Contamos Tres
El Zaguán, Marzo de 2006
¡Qué mal hábito tiene mucha gente de creerse mejor que los demás! Esa foto tan fea, ese texto tan burdo, que si más palabras menos imágenes o menos palabras más imágenes.
Qué difícil es complacerlos a todos. Desde mi punto de vista, estas personas no son más que unos insatisfechos totales, que drenan sus frustraciones con la vida y obra ajena, sin detenerse a medir la magnitud del daño que pueden llegar a hacer.
Este mundo está hecho de dos tipos de personas: las constructoras y las habladoras, no hay términos medios ni neutros, sólo dos personalidades.
Los primeros son los que pasan la vida creando, haciendo, luchando, viviendo los sufrimientos y alegrías que van conexas a sus obras. Cuantican sus resultados, se evalúan y se superan o por lo menos lo intentan. A ellos les debemos la vida, porque ellos son los que han creado las civilizaciones, las grandes teorías, las medicinas, las vacunas, la tecnología, los sueños cumplidos.
Los segundos son sólo los que juran saber más que los demás, opinan, critican, ofenden, menosprecian y viven una vida vacía e improductiva. “Yo lo hubiese hecho mejor” suelen decir al ver un proyecto concluido, pero rara vez son ellos los ejecutores.
No son más que un obstáculo, un reto a la constancia, una meta para el orgullo. No importan, eso creo, “Cuando lo hagais mejor que yo, hablamos” digo con sobrada sonrisa, aunque por dentro la herida haga retorcer al hígado.
Cuantico el camino andado: 36 productos, originales, únicos, envidiables, consumibles, interesantes, satisfactorios, eso es más de lo que los “demás” han logrado hacer, aún teniendo más recursos y herramientas. Esto es suciente para levantar la mirada y regalarles una cínica sonrisa que exprese mi altivez y la lástima que se merecen.
¡A callar, cuervos! Aún tengo trabajo que hacer…
Luis Gerardo Leal
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