Desde pequeño he buscado saber las explicaciones de cada elemento extraño que ocurre a mí alrededor, de ahí salía una innidad de preguntas que si no encontraba explicación, me frustraban.
Por ejemplo, cuando era pequeño quería saber quién se ocupaba de echarle agua a los cocos; o dónde tiene el cucuyo su planta eléctrica o el siutche, o si era que se enchufaba a algún tomacorrientes.
Era como esa eterna duda sobre quien fue primero, si el huevo o la gallina. Pero ésta del huevo y la gallina nadie la ha podido resolver. Yo siempre buscaba responder a las mías.
Una vez allá en Falcón, encontré un palo seco que se iluminaba después de la lluvia, y si era de noche todo el monte resplandecía con esa luz.
Por saber qué era, pasé días mirando ese palo, hasta lo llevé a mi casa e hice un arco en la entrada para la celebración del Día de la Madre, lo mojé con agua de río y se encendió como si tuviera electricidad. Resulta que unos animalitos que vivían ahí, se fueron a otro palo y el que yo tenía se apagó, esos bichitos eran los que se encargaban de hacerlo iluminar.
Un tío mío contó una vez que sí se podía hacer fuego a 60 mil pies debajo del mar, eso me dejó pensando por mucho tiempo, cuando vi al tío otra vez le pedí que me explicara eso, y me dijo que existen piedras del mar que si las golpeas una a otra se encienden chispas.
Pero la pregunta más tonta que me han hecho era: ¿Los pescados toman agua?, después de matarme la cabeza sin encontrar una solución, me respondieron que no, los pescados ni toman ni comen, porque están pescados, son los peces los que toman agua y comen.
Todo lo demás, tiene su respuesta en lo natural. La naturaleza es perfecta y sabe cómo hacer las cosas mucho más allá de lo que logra entender el hombre.
Victoreano Camacaro
Adaptación:
Luis Gerardo Leal
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