LAGUNILLAS de Hesnor Rivera



Ciudad Ojeda, febrero de 2017.-

Recién levantado el muro
las olas venían por las tardes
a lamer la sal de sus piedras
yo les acariciaba el lomo
de gato de anatomía turbia.
Daban pasos sigilosos
de serpiente pintada a rayas
desde la cola a la melena ardientes
vueltas puro brillo invisible.


El gato se retiraba en orden
para ocultar sus ruidos de marullo
bajo la plataforma y las torres.


La Plaza Bolívar
nacía poco a poco
entre matorrales y cujíes
que producían veneno.
Entre acequias siempre humeantes
—brotaban de las rendijas
abiertas por las garras
del infierno cuando se rascaba
las costras de las contaminaciones
de sus llamaradas más negras.


En los campamentos soplaban
los vigorosos perfumes
extraídos de la sed del petróleo.


Lagunillas se hundía
bajo su propio suelo
—en los laberintos subterráneos
de la red de los fuegos.


Allí viví hace tiempo.

Allí vives tú ahora.
¿Cómo no pude presentirte
entonces. Asociar las señas
de tu futura presencia?

Seguramente por aquellos días
mi corazón no sabía moverse
con la prontitud requerida
por la atmósfera de los presagios
o se mantenía casi inmóvil
en las latitudes cambiantes
de los vaticinios en vuelo.


No sabía dialogar en el ámbito
de las premoniciones sin origen
nos entregan por pálpitos
las puertas y los techos del alma.


Me entretenía demasiado
llevando almuerzos —cumpliendo
oficios de animalito de carga.
Saltaba entre tuberías
y racimos de válvulas.


Allí entretejí ilusiones
bajo el sol horrible
de los mediodías
mientras miraba a las iguanas
vestidas con las cenizas del hierro
—oliendo las bocanadas de gases
que mataban
hasta las raíces
a mariposas y pájaros.


Yo andaba lentamente
y no atinaba a detener
la velocidad con que pasaban
uno tras otro tus rasgos.

Y ahora que vives allí mismo
logro recomponer las escenas
de toda la memoria perdida.


Y puedo de repente hallarte
tal como te veo ahora
dándole sentido a la melancolía
de mis paseos de antaño.


Y reordenando las luces
del pobre carnaval doméstico
que le hizo asumir a mi infancia
todos los rostros
de los enamorados.




Hesnor Rivera
(Maracaibo1928-2001)

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