A la Abuela

Ciudad Ojeda, 16 de marzo de 2013.-


Esa mujer me espera cada día
con una taza de café caliente
cuando no llego, dice:
“Poecito mi muchacho,
le agarró amor al trabajo y
perdió el amor por eta vieja”.

Cuando regresé de mi última campaña,
después de largos días e interminables noches,
volví hasta ella con un hermoso regalo,
un flamante vestido blanco con flores tejidas,
no lo miró.
Sus ojos estaban colapsados de lágrimas e inquietud,
esculcaba mi humanidad verificando que todo estuviera bien
y me estrujó en un abrazo que
había ensayado durante cada noche de espera.

Ahora que me voy de nuevo
me laza su larga bendición
y sentencia:
“Yo sé que uté no cree en Dioh,
pero yo le voa pedi a él que te cuide
yo pagaré por uté,
rezaré por uté,
pagaré sus penitencias”.

Yo callo y pienso:
“No te merezco abuela”.
Pero algo bueno y puro ha de tener un mundano
para creer al menos en la vida misma.

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