“Tano” Reyes, un maestro que convirtió a Lagunillas en un pentagrama

Lagunillas, septiembre de 2025.- 



Entre las generaciones recientes de músicos formados en Lagunillas, resuena un nombre que está estampado en los corazones, Jesús "Tano" Reyes, el maestro de cuatro y guitarra, e incansable formador de grupos corales.


Nacido en Punto Fijo el 12 de febrero de 1961, pero con el corazón sembrado desde niño en Lagunillas, estado Zulia, Tano ha dedicado su vida a un arte tan vital y profundo como el latido: la música. Desde muy pequeño, el cuatro y la guitarra se volvieron sus compañeros inseparables, esos instrumentos que lo guiaron a descubrir que enseñar también es un arte.



Durante más de cuatro décadas, Tano ha sido docente paciente, franco y meticuloso. Con él aprendieron miles de estudiantes a pulsar las cuerdas del cuatro, deslizar los dedos por la guitarra o descubrir los secretos del piano. Su método, forjado en la experiencia y la vocación, se basa en aceptar que cada persona guarda un talento que merece ser revelado. “Todos tenemos un talento, siempre es necesario descubrir el de cada quien”, repite con convicción.


Su formación estuvo marcada por maestros entrañables como Denis Caparunaqui, Rafael Suárez y Antonio Piñá, quien le enseñó el amor por el cuatro. Desde sus días en el Conservatorio de Música de Maracaibo, donde obtuvo el título de maestro, hasta sus primeros pasos como profesor universitario recomendado por Fernando Camacaro a los 17 años, Tano nunca se apartó de su vocación: enseñar.



El gran escenario de su vida profesional fue la Casa de la Cultura “Don Otilio Miquilena” de Lagunillas, donde trabajó durante 35 años como docente de música de la Secretaría de Cultura del Zulia. Allí, y en decenas de planteles —desde preescolar hasta universidades— formó generaciones enteras de músicos. Antonio Piña, Miguel Acosta Saignes, Domingo Savio, San Agustín, María Auxiliadora, Raúl Cuenca, Uniojeda o la Unermb son apenas algunos de los lugares que guardan su huella.


No solo enseñó a individuos, también creó comunidades sonoras: coros, orfeones, agrupaciones escolares, siempre convencido de que la música debía ser un regalo compartido. Su coral, La Cantoría de Lagunillas, es un regalo para la ciudad y uno de sus proyectos más queridos, una escuela de canto que nació para estar cerca de la gente y demostrar que cantar es un acto colectivo de belleza y disciplina.


Muchos de sus alumnos hoy son compositores, productores, docentes o intérpretes reconocidos. Nombres como Gina Berríos, Raúl Jiménez, Anairis González o Anyer Ternera forman parte de una lista interminable que se multiplica en agrupaciones de gaitas, guarachas y coros. “Me siento bendecido, miro hacia atrás y veo que no trabajé en vano”, afirma con la serenidad de quien ha cumplido con creces su misión de vida.


Tano sigue enseñando en un aula construida en su propia casa, donde el sonido de las cuerdas se mezcla con los cantos de sus estudiantes. Allí, lejos de los trámites y las ataduras, mantiene viva su meta: formar a nuevas generaciones con humildad y amor.


Convencido de que la música es un refugio que ninguna tecnología podrá arrebatar, defiende al cuatro venezolano como el instrumento ideal: versátil, armónico y cercano a la esencia de su pueblo. Entre acordes y sonrisas, asegura que la música es inevitable: “No hay ser humano que pueda escapar de ella, este arte trastoca a las personas, afecta sus vidas”.


Jesús “Tano” Reyes es más que un profesor: es sembrador de melodías, guardián del cuatro y arquitecto de sueños musicales. Su vida es la prueba de que Lagunillas no solo produce petróleo, también produce arte y canciones que seguirán sonando mientras existan maestros que, como él, crean en el poder transformador de la música.

No hay comentarios:

Buscar este blog