Viene el encuentro Resistencia Cultural 2013

Ciudad Ojeda, 30 de marzo de 2013.-


El Centro Cultural y deportivo Las Morochas invita al noveno Encuentro Nacional de Cultura Popular, conocido como “Resistencia Cultural”, que se realizará del 26 al 28 de julio de 2013, con la participación agrupaciones locales, regionales y nacionales.

Los interesados en participar pueden contactar al profesor Alberto Sandoval, principal organizador de esta actividad, a los teléfonos 0426-864-47-30 y 0414- 967-23-74... o por el correo electrónico albertosandoval8888@hotmail.com.

Las Morochas es un pueblo ancestral ubicado entre Ciudad Ojeda y el Lago de Maracaibo, en el municipio Lagunillas, del estado Zulia.

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Otro Mártir (Cuento Corto)

Publicado en El Zaguán (Junio de 2004).- 


Camilo, un hombre propenso a tener graves accidentes, se puso amarillo cuando su esposa encontró aquel cadáver debajo de la cama.
Era el de un hombre alto, bien vestido y de unos cincuenta años. Tenía aún el cuchillo enterrado en el ojo derecho, aunque ya no sangraba más.
Camilo se negó toda la vida a creer en Dios, tanto que cierto día estaba cocinando y alguien llamó a la puerta. Camilo colocó un cuchillo punta na en la mesa de planchar y fue a recibir a su visitante.
Era un Testigo de Jehová que estaba predicando la palabra. Camilo se disgustó y le dijo al hombre que se marchara.
Aquel religioso no dejó que se cerrara la puerta insistiendo en hablar con Camilo. Con la Biblia en la mano dio dos pasos dentro de la casa.
Camilo volteó violentamente y sin querer golpeó una mesa, de donde cayó un monje grande de porcelana. Esta escultura pesada aplastó la cola de un moribundo perro que dormitaba en el piso.
El can saltó chillando y de golpe se desplomó sobre uno de los extremos de la mesa de planchar. De ese modo, como una catapulta, impulsó el cuchillo que se disparó directo al rostro del visitante. Lo demás es cuento.

A la Abuela

Ciudad Ojeda, 16 de marzo de 2013.-


Esa mujer me espera cada día
con una taza de café caliente
cuando no llego, dice:
“Poecito mi muchacho,
le agarró amor al trabajo y
perdió el amor por eta vieja”.

Cuando regresé de mi última campaña,
después de largos días e interminables noches,
volví hasta ella con un hermoso regalo,
un flamante vestido blanco con flores tejidas,
no lo miró.
Sus ojos estaban colapsados de lágrimas e inquietud,
esculcaba mi humanidad verificando que todo estuviera bien
y me estrujó en un abrazo que
había ensayado durante cada noche de espera.

Ahora que me voy de nuevo
me laza su larga bendición
y sentencia:
“Yo sé que uté no cree en Dioh,
pero yo le voa pedi a él que te cuide
yo pagaré por uté,
rezaré por uté,
pagaré sus penitencias”.

Yo callo y pienso:
“No te merezco abuela”.
Pero algo bueno y puro ha de tener un mundano
para creer al menos en la vida misma.

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