Gregori Colmenares guía a la juventud hacia el destino teatral

Lagunillas, julio de 2025.

A veces el destino se esconde tras una puerta equivocada. Gregori Colmenares llegó de niño a la Escuela de Arte Martín Tovar y Tovar en Barquisimeto buscando aprender dibujo y pintura… pero tropezó con un taller de teatro. Y ese tropiezo fue su comienzo. Allí, interpretando al dios Sol en una obra de temática indígena, sintió que había hallado su lugar. Desde entonces, el arte escénico se convirtió en su simbionte.


Inicialmente, formó parte del grupo de teatro de la Casa de la Cultura de Cabudare y más tarde en el Ateneo de esa ciudad, pero su mayor legado nacería años después, en 1998, cuando fundó Juventud Teatral en Ciudad Ojeda, con estudiantes del Liceo Francisco Antonio Zea. Lo que comenzó como un impulso juvenil, hoy es un baluarte del teatro en Lagunillas. Ha formado a cientos de jóvenes que, como él, encontraron en las tablas su espejo y su voz.

Colmenares ha compartido escena y aprendizaje con maestros como Johnny Salcedo (Teatro de la Noche) y Alberto Sandoval (Vuelvan Karaz). Su teatro es homenaje, es memoria, es denuncia: ha llevado a escena obras inspiradas en Aquiles Nazoa, y ha presentado en diversas ocasiones El Credo y la Balada de Hans y Jenny.



Ha realizado sus propias versiones de La Dama de las Camelias, Hogar Dulce Hogar, Calígula, el Gigante Egoísta, El Sueño de un Niño (1 y 2) y el Genocidio llamado Conquista, compuesto por extractos del Canto General de Pablo Neruda.
 
Pero también dramas escritos por él mismo como La Mujer en el Espejo, Los Secretos de la Mujer Invisible y Los Bufones de la Calle, ésta última es un emblema del teatro local y surgió luego de que Gregori presenciara cómo un niño indigente fue agredido por un hombre.  


Con esa experiencia, Colmenares descubrió su habilidad para la dramaturgia y el poder del arte como herramienta para la crítica y en especial, para promover la transformación de la sociedad, la promoción de valores y la educación integral.

Sus trabajos han dialogado con la música sinfónica al unirse a la Orquesta Rafael Urdaneta, en montajes como el cuento clásico Pedro y el Lobo; y Sueño Ancestral, creada con niños de la comunidad indígena de El Diluvio, de la región Guajira del estado Zulia. Ambas obras llegaron al Teatro Baralt de Maracaibo.

Ha dirigido piezas de impacto sobre personajes emblemáticos de la historia como La Agonía de Cristo, Manuela Sáenz la Libertadora del Libertador y Al Principio Fue el Silencio, en la que explora la destrucción del planeta a causa de los malos hábitos de la humanidad.

El Libertador Simón Bolívar también ha sido presentado en sus obras, en especial en La Verdad Más Allá de mi Tumba, producto de un estudio profundo sobre la vida y los sueños de este gran hombre.

Es imposible enumerar la cantidad de personas que han pasado por las clases de Juventud Teatral, aunque algunos dejaron huella, entre ellos Mario, Jefferson, Arianny, Derwin, Derwin, Jennifer, Jorge y mucho, muchísimos más, incluyendo a los hijos de Gregori.

Pero Colmenares no se encierra en un solo estilo. También ha desarrollado teatro de calle, danza contemporánea, performances, zancos, títeres, en cada caso contando con asesoría y apoyo de grandes profesores de estas áreas. Además, se acostumbró a combinar las diferentes técnicas para la creación de obras.  

Clase aparte son los personajes “Globito y Sonrisita”, un par de payasos que interpreta junto a su entrañable amigo Jonder Peña, con quien durante casi 30 años ha divertido a miles de niños. Sus presentaciones pueden ser impredecibles, pues la química e imaginación de ambos les permite improvisar, creando situaciones inesperadas que desatan carcajadas.

Es imposible relatar la carrera profesional de Gregori Colmenares sin hablar de Jonder, quien más que un compañero, es el hermano que le otorgó el destino. “Es el motor espiritual de nuestra agrupación”, define Colmenares a su incondicional amigo que se caracteriza por su amabilidad, carisma, empatía y comprensión.
 

Gregori está convencido de que un actor debe leer siempre, observar con profundidad y vivir con humanidad. No teme a las dificultades: las enfrenta con arte. Exige dignidad para los teatristas, que sean valorados por las autoridades, que haya un apoyo verdadero y que las obras de teatro dejen de ser vistas como simples “tapahuecos” en actividades institucionales.

Sueña con un proyecto de integración, formación y desarrollo teatral de alcance nacional que tome el ejemplo del Sistema Nacional de Orquestas, para hacer posible la multiplicación del arte por todo el país.

Gregori Colmenares sigue firme, creando escenarios, alimentando vocaciones, alentando sueños y siendo un guía para los jóvenes en el camino histriónico. Porque mientras haya teatro, él no se rendirá.








Robert Silva: el niño que se quedó a vivir en el teatro

Lagunillas, julio de 2025.-

En 1997, un niño de mirada brillante y corazón curioso cruzó por primera vez las puertas de la Casa de la Cultura “Don Otilio Miquilena”, del municipio Lagunillas. El pequeño Robert José no sabía aún que aquel lugar, con olor a madera, risas y telones, se convertiría en su segundo hogar, su escuela de vida y su templo sagrado. Allí comenzó su historia, guiado con ternura por la profesora Ingrid Araujo, quien le mostró que el teatro era mucho más que actuar: era sentir, soñar y transformarse.


Desde entonces, Robert no se ha bajado de las tablas. Ha sido guiado por grandes formadores como Richard Nava, Mercedes Berbesí, Alexander Olivares, Itto Rodríguez, Luis Gerardo Leal y Alberto Sandoval, creciendo con cada personaje, con cada ensayo, con cada aplauso.

A Robert Silva lo hemos visto encarnar a héroes de la independencia, a mujeres que sufren en silencio, delincuentes temblorosos, un muerto desnudo y hasta al mismísimo Jesucristo crucificado.  



Interpretó al Libertador de niño en la obra “El Sueño de Simón”; también en su versión adulta en “Miranda Mi Historia” y un Bolívar luego de trascender a la muerte en “Venezuela Un Mensaje por la Paz”.  

“Deseo hacer teatro por el resto de mi vida... que nadie se quede sin conocer su magia”, dice Robert con la convicción de quien ha hecho del escenario su destino. Hoy, con esa misma pasión, es profesor de teatro en la Casa de la Cultura donde comenzó, formando a niñas y niños que, como él, llegan llenos de ilusiones.



El recuento de obras en las que Silva ha participado es extenso. Bajo la dirección de Ingrid Araujo actuó en “El Príncipe Feliz”, “Paz en las Alturas”, “Ana María Campos”, “Hubo una vez y aún Existe” y “Anacleto el Avaro”, entre otros.

Con Richard Nava, ha presentado “El Gitanillo Apaleado”, “La Tormenta del General”, “Gibrán”, “La Comedia Urbana”, “Crónicas Desquiciadas” y “Tengo que Admitir que Mi Madre es una Vieja Abominable”, entre muchos otros.



Con los títeres, bajo el liderazgo de Alexander Olivares, Robert hizo felices a niños y adultos con montajes como “La Princesa Ojeda”, “Chímpete Chámpata”, “Malo Maloso Comeflores” y “El Gato Negro de Cola Blanca”.

Por su parte, con el profesor Alberto Sandoval, ha actuado en las obras “De Nombre Nacha”, “Bolívar Mi Delirio Mi Historia”, “Digui”, entre otros.



“Un actor para merecer ese título debe sentir pasión por este arte viviente, además tener creatividad, capacidad de observación, buena memoria, curiosidad y estar dispuesto a aceptar críticas”, reflexiona en joven teatrero.

En 2005, fundó el grupo Guerreros de la Luz, especializado en mensajes bíblicos, con el cual dirigió obras como “Gólgota”, “Confesiones de San Agustín”, “Vida de Santa Mónica”, “El Hijo Pródigo” y “El Pesebre Viviente”. Paralelamente, creó el colectivo Guerreros del Arte, con temáticas más generales, que ha presentado “El Rompimiento”, “El Principito”, “El Grinch”, “Cuento de Navidad”, “El Cascanueces” y “Matilda el Musical”.



Silva también lleva el arte a las escuelas, dirige obras infantiles, asesora a liceístas y comparte su experiencia con docentes. Pero su talento no se queda en las tablas: ha danzado tradiciones, caminado en zancos, dado vida a títeres y contado cuentos con la ternura de un juglar moderno. Es un divertido payaso, recreador, animador, coreógrafo y muchos otros oficios cargados de la energía inagotable de quien se alimenta del arte.

Robert Silva no es solo un actor. Es un sembrador de futuros, un generador de emociones y un custodio de la llama teatral en Lagunillas. Y mientras existan niños que entren curiosos a un taller de teatro, él estará allí, con los brazos abiertos y el alma encendida.












Mercedes Berbesí, la dama de las artes en Lagunillas

Lagunillas, julio de 2025.-

Cuando en Lagunillas se habla de cultura con amor, disciplina y brillo propio, inevitablemente se nombra a Mercedes Berbesí. Comunicadora de profesión y artista por vocación, es una de esas figuras que con trabajo y abnegación, se sembraron en la historia de este pueblo. Su andar elegante, su voz suave y su actitud firme marcaron generaciones de artistas y docentes.


En 1996, ingresó en la Secretaría de Cultura del Zulia, donde tejió lazos, sueños y proyectos. Fue directora de la Casa de la Cultura Don Otilio Miquilena en cinco oportunidades no consecutivas hasta 2013, y en cada etapa plantó semillas de amor que florecen hoy en día. Fue coordinadora cultural del Eje COL 2, que abarcaba los municipios Lagunillas, Valmore Rodríguez y Baralt.

Promotora infatigable, llevó el arte a la radio, la televisión, las escuelas y las calles. Fue productora y presentadora de la sección cultural del programa matutino en Zuliana de Televisión; y moderó el programa “Estos Son Nuestros Valores”, junto al periodista Luis Gerardo Leal por Galaxia 94.9 FM en 2003. Este espacio evolucionó hasta llamarse “Valores”, ampliando sus temáticas.


Organizó talleres de danzas, teatro, títeres, artesanías y oratoria, haciendo del conocimiento un puente y del arte una fiesta. Impulsó encuentros entre cultores, exposiciones y jornadas de reciclaje. También abordó temas de crecimiento personal, desarrollo profesional, así como autoestima y autoimagen.  

Mercedes no solo danzó joropo, gaitas o zaragoza: también bailó la vida con fuerza y dulzura al ritmo de música pop. Cree firmemente —y lo ha demostrado — que toda labor cultural debe nacer del corazón y vestirse de calidad y humildad. Tutora paciente y comprensiva en áreas como la radio escolar, comunicación social y artes plásticas



Con la Asociación “Fusión Arte y Tradición”, creada en el año 2004, difundió el teatro de zancos, siendo pionera en combinar esta disciplina con la danza tradicional, con lo cual participó en actividades culturales en diversas regiones del Zulia.

Ha recibido innumerables reconocimientos como el Balancín de Oro (2003), como promotora de valores culturales de la Fundación Librerías del Sur (2009 y 2014), como formadora por parte del programa radial “Cronopios” (2016), y fue homenajeada por el Grupo Escolar “Eleazar López Contreras” (2012), entre muchos otros.



Hoy, su legado late en cada aplauso, en cada joven artista que lleva su enseñanza como bandera, en cada acción en defensa de la identidad nacional, en cada llamado a la profesionalización de los cultores, en las intenciones sinceras de integrar al movimiento de creadores.  

Mercedes encarnó la lucha por las artes y la cultura con la pasión de quien ama a los valores nacionales por encima de su propio ser.








Richard Nava: El maestro de los experimentos escénicos

Lagunillas, julio de 2025.-

En el municipio Lagunillas, cuando el telón cae y las luces se apagan, aún resuena el eco de un nombre: Richard José Nava. Maestro, director, dramaturgo, titiritero… un constructor de imágenes que ha hecho del arte su idioma cotidiano. Fundador del colectivo cultural Experimental de Imágenes y del grupo de danzas Alba Zuliana, Richard no solo crea arte, trastoca almas.

Junto a su nombre, suelen aparecer las anécdotas y recuerdos de sus inolvidables obras: Oficina N° 1, El Gitanillo Apaleado, Remota Mestiza, Cuando soplen juntos las velas, Otredad y El Vampiro, Fotomatón, Divorciadas Evangélicas y Vegetarianas, Las Neuróticas, Mene, Aqui Hablamos Así, Apartamento 69 y Debo Admitir que mi Madre es una Vieja Abominable, entre otras.

Con sus montajes ha convertido al teatro en un espejo que habla de mestizajes, dolores y esperanzas. No dirige, habita la escena. No actúa, transforma. En cada montaje hay algo suyo: un gesto, una herida, un sueño compartido con el público. Los anhelos destruidos y la fortaleza de quien avanza a pesar de los tropiezos.


Incursionó en el teatro desde muy joven en los talleres dirigidos por Itto Rodríguez en la Casa de la Cultura "Don Otilio Miquilena", donde su talento histriónico estalló en mil ideas que revolucionaron su imaginación y que posteriormente le llevaron a fundar la Sociedad Experimental de Imágenes, en 1997. 

Su primera obra, Oficina N° 1, basada en la novela de Miguel Otero Silva, ganó premios nacionales, en especial el en Festival de Teatro de Calabozo, estado Guárico. Desde entonces, su capacidad de creación artística no se detuvo.

Docente, recreador, artesano, pintor, titiritero y bailarín, no hay arte que se le escape. Además es radiólogo y animalista, oficios dispares que de igual manera han aportado elementos a sus creaciones. También se ha lucido en ámbitos como la investigación social en áreas como la identidad histórica de Lagunillas, la cultura, la docencia y el uso de las artes como herramientas pedagógicas para transformación de la humanidad.


Ha destacado como profesor de teatro, organizador de actividades, festivales, planes vacacionales, y hasta participó en el comité que preparó el Congreso Histórico Cultural de Lagunillas de 2011.

Otro de los soprendentes trabajos de Nava fueron "La Leyenda de la Serpiente de Ayajui", un mito indígena presentado con actores en zancos y una enorme culebra de 10 metros. En títeres, presentó "El Cumpleaños de la Independencia", en lectura dramatizada dirigió "La Comedia Urbana" y en danzas impresionó en la coreografía del Toro Cimarrón y el Tango Matiguá.



Con su habilidad para experimentar, usa las escenas como un laboratorio de esencia lúdica, ha sabido mezclar el juego con la crítica, el baile con la palabra, el títere con la verdad. Es, sin duda, una de las voces más sólidas del teatro de Lagunillas, ese municipio donde las tablas no envejecen, sino que florecen incluso en la sequía.

Richard Nava no necesita aplausos: los reemplaza con miradas que despierta, con silencios que provoca. Es el sembrador invisible del arte que no se ve… pero se siente.



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