Panorama, 13 de diciembre de 2009.
En Lagunillas varios caminos conducen a la fe y aunque es considerado el municipio más devoto de toda la COL, tal religiosidad todavía luce como un territorio desconocido para propios y extraños.
No sólo abunda el petróleo también brota la fe. Es la única localidad de la subregión que abraza a dos patronas: Santa Lucía, que hoy celebra su día, y Nuestra Señora del Rosario del Paraute.
Pero ahí no queda todo, también adora al Divino Niño Jesús, San Benito, la Virgen del Valle y La Cruz de Mayo y recibe multitudinariamente a La Chinita, durante su recorrido por la COL.
“Sumamos las raíces indígenas que tenemos, porque ellos también daban culto a sus dioses y ésto repercutió en el cristianismo”, expresa el párroco del Santuario Nuestra Señora del Paraute, Luberto Ríos.
Existe además, según Ríos, una parte de la idiosincracia zuliana: “Somos culturalmente muy matriarcales, creemos en la Virgen y eso explica la gran devoción mariana que se tiene”.
Para Alexander Rosquez, de 24 años e integrante del movimiento Joven Misión, no es gratuito el comportamiento devoto. “Hay una razón de ser cultural y relacionada con aquellas personas que llegaron a Ciudad Ojeda, más que todo de Europa”.
Las Morochas es uno de los sectores más emblemáticos y donde la mezcolanza religiosa aflora, porque vivió la llegada de extranjeros y venezolanos de otros estados, recuerda Luis “Totillo” Bencomo, de 54 años, y fundador del Centro Cultural Deportivo de Las Morochas (Cecudelmo).
“Es tradición celebrar al Santo Negro, no sólo en lo religioso, también es motivo para hacer sancochos y compartir”, señala Bencomo.
El sociólogo Luis Quiroz, reconoce que “hay una valoración espiritual en este municipio, y como ocurrió en las áreas costeras, históricamente hubo una relación entre el oficio que ejercían.
Además hubo un cruce con culturas foraneas”.
El párroco de la Iglesia Santa Lucía, Roberto Gaviria, señala que el templo es uno de los ejes religiosos más importantes del municipio. “Lagunillas no sólo es tierra de fe es un territorio de una vida espiritual y de raíces antiguas dejadas por los ancianos y laicos comprometidos”, concluyó.
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