Otilio Miquilena: el gran defensor de la cultura en Lagunillas

Lagunillas, agosto de 2025.-

Desde la sierra de Churuguara llegó a Lagunillas un hombre con alma de coplero y corazón de pueblo: Otilio Miquilena. Con voz firme y pluma encendida, escribió más de mil composiciones entre décimas, canciones y obras teatrales, convirtiéndose en símbolo eterno de la cultura local.


Nacido el 17 de marzo de 1929 en Churuguara, estado Falcón, hijo de Figuración Miquilena y Juan de la Cruz Morillo, Otilio fue el mayor de diez hermanos y desde niño alternó la faena agrícola con el canto, la poesía y la música.

En la década de 1950, dejó la siembra por la “tierra del oro negro” al establecerse en Las Morochas, el 6 de enero de 1948, donde encontró su voz cultural y su hogar adoptivo. Inicialmente, Tuvo que dedicarse a la venta de leña para fogones y luego consiguió un puesto en la industria petrolera, ambos oficios que requirieron toda su fuerza y resistencia.

Sin embargo, nunca dejó de crear obras literarias y composiciones musicales. Escribió obras de teatro como “El Negro Cupertino”, novelas costumbristas como “Tiempos Amargos”, también publicó décimas que reflejaban la historia e identidad de esta tierra.

Su canción “Churuguara es Así” fue declarada himno musical de su tierra natal, pero fue aquí, en el municipio Lagunillas, donde echó raíces profundas. Allí enseñó, cantó, escribió y formó generaciones. Fundó el Comité de Defensa y Rescate de los Valores Nuestros en 1980, acompañado de grandes figuras del arte local.



Con esta organización se encargó de difundir las manifestaciones culturales, brindando apoyo a agrupaciones como Hermanos Bermúdez, Quinta Expresión, Vendaval del Llano, Cuerdas Sonoras, Los Hermanos Delfín, Eucaris Urrichaga, Teresita Jiménez, David Miquilena, José Isaga (Piquito), Jaime Indriago.

Se casó con el amor de su vida, Doña Betty Esperanza Acedo, en 1962. Doña Betty no solo lo acompañó, sino que fue su mayor apoyo y fuente de inspiración para la composición de temas como “Hablemos como Amigos”, “Mujer Serrana”, “Me Duele el Corazón pero me Río”, entre otros.

Miquilena tuvo diez hijos: Aracelis, David, Otilio, Alexis, Luz Marina, José, Alexander, Edgar, Carlos y Nailibeth.

Fue declarado Hijo Ilustre del municipio Lagunillas. También recibió el Doctorado Honoris Causa en Letras otorgado por la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia. Además recibió la Orden Francisco de Miranda otorgado por la presidencia de la República de Venezuela en 1989.

Entre música, letras y versos, Otilio dejó su huella con humildad y pasión. Es por ello que la Casa de la Cultura del municipio Lagunillas fue honrada con su nombre. Sus canciones, poemas y obras siguen siendo parte del patrimonio cultural de esta localidad.

Otilio Miquilena falleció el 18 de enero de 1992 en Lagunillas, pero su palabra aún respira en cada escenario y cada voz que declama. Porque Otilio sembró la cultura y floreció con ella.



La Casa la Cultura de Lagunillas cumplió 46

Agosto de 2025.-


Después de varios años dispersos, los cultores del municipio Lagunillas volvieron a desfilar unidos, en un momento especial para ellos: el aniversario de la Casa de la Cultura “Don Otilio Miquilena”. Este 5 de agosto, celebrando los 46 años de esta institución, el secretario de Cultura de la Gobernación del estado Zulia, Giovanni Villalobos, encabezó un evento de calidad en el que músicos, bailarines, teatreros, zanquistas, artesanos y artistas plásticos, lucieron sus talentos.

Villalobos, cargado de promesa para el sector cultural local, aseguró que gestionará la remodelación total de la infraestructura de esta casa y la convertirá en un refugio de todos los movimientos artísticos, incluyendo al Sistema de Orquestas y Coros, la Fundación de la Gaita Ricardo Aguirre (Fundagraez), así como los grupos de danzas, teatro, la banda escuela Chiquinquirá, el Instituto Municipal de la Gaita Luis Antonio Escaray (Imglae), entre otros.

Nectario Sánchez, quién recientemente asumió la dirección de esta Casa de la Cultura y a quien Villalobos calificó como “luz en la oscurana”, recalcó que esta institución es “la casa de los cultures”, y entre anécdotas prometió trabajar para hacer de este sitio una “casa bonita” y el “emporio de la honradez, de la probidad, de la disciplina y de la organización”.


Como demostraciones de verdadero cambio de paradigmas, la actividad inició a las 4:00pm, parecerá una menudencia, pero la puntualidad es un valor perdido en los eventos culturales. Otro detalle digno de ser mencionado, es el hecho de que toda la actividad estuvo a cargo de artistas locales, a diferencia de gestiones anteriores, que solían traer grupos de Maracaibo, haciendo a un lado al talento lagunillense.


LOS PROTAGONISTAS

Esta celebración inició con un desfile, corto pero significativo, encabezado por la Banda Escuela Nuestra Señora de Chiquinquirá, seguida de los colectivos, artistas, docentes y ciudadanos promotores de la cultura. Por ende, su entrada a la institución además de alegre y colorida, remarcaba el esperado regreso de los cultores a su casa.

La antesala del auditorio estuvo convertida en una galería de arte donde fueron expuestas las obras de artistas y artesanos, como Elí García, Pablo Enrique Pérez, Regina González, Wolgfang Conil, Bernabé Pernalete, Yazmín Álvarez, Carol García y Guillermo Silva, al ritmo del saxofón de Luna Pérez.

Artesanos y artistas plásticos 


También se mostraron los reconocimientos recibidos por el poeta Otilio Miquilena, quien da nombre a esta casa cultural. Por cierto, que la gala tuvo el honor de recibir a cinco de los hijos de Miquilena: Alexander, Edgar, Carlos, Luz Marina y Alexis.

Alexander, Alwxis, Carlos, Luz Marina y Edgard, hijos de Otilio Miquilena 




LA GALA

Cumplidos los discursos y demás acciones del rigor protocolar, inició el espectáculo. Iniciando con los niños del grupo de teatro infantil de la Casa de la Cultura, quienes presentaron una escena de su obra musical “Matilda”, una puesta en escena equilibrada en dosis de ternura y energía. Este trabajo cuenta con la dirección del profesor Robert Silva.

Matilda 


Seguidamente, el grupo de danzas de la Casa de la Cultura, dirigido por Marielena Barrios, deslumbró con las “Vivencias Venezolanas”, donde se mezcla el joropo nacionalista con escenas infantiles como los juegos de muñecas, la piñata y los papagayos o volantines.

Luego, hizo su aparición el General en Jefe Rafael Urdaneta, personificado por el joven Noé Pirela, en representación de la Misión Cultura y el grupo Tejedores de Sueños. Esta obra, original de Yennys Rojas y dirigida por Jhonathan Camacaro, fue una contundente declaración de intenciones de parte de los cultores que defienden el nombre de Urdaneta como orgulloso epónimo de la ciudad, por encima del despiadado invasor español, Alonso de Ojeda.

Obra " General en Jefe Rafael Urdaneta"



 Volviendo a la danza, tocó el turno de la academia ArtsDance Production, dirigida por Iralyn Urrutia, con los “Sones de mi Pueblo”, un popurrí de tambores de la costa que contagió la algarabía de los bailes tradicionales dedicados a San Juan, a cargo de un ballet de niñas tan bellas como talentosas.

Los docentes conformados en Grupo Magisterial de Teatro de Lagunillas hicieron un valioso aporte, al destacar la cultura afrodescendientes en un montaje que mezcló los cantos y las faenas de las lavanderas, mostrando el trabajo extenuante que cumplían estos pueblos excluidos, pero también dejando evidencia de su capacidad para ayudarse, protegerse y defenderse mutuamente.

Globito y Sonrisita



El icónico grupo de danzas Brisas del Zulia, fundado hace casi 30 años en esta misma institución, realizó un recorrido por Venezuela, con piezas como “Zumba que zumba”, “El Alcaraván” y “La Chipola”. Estas coreografías, creadas por el profesor Ender Lugo, hipnotizaron al público con sus perfectos faldeos y elegantes desplazamientos.

Seguidamente, llegaron el humor y la picardía de Globito y Sonrisita, alter egos de los actores Jonder Peña y Gregori Colmenares, de la agrupación Juventud Teatral, que con sus locuras encendieron risas cómplices entre el público.

El momento de la declamación estuvo a cargo de Carlos Miquilena, quien interpretó impresionantes textos literarios originales de su padre Otilio. Seguido del canto a capela de la profesora Ana Tilia Segovia, con su versión del tema Santa Rosa de Firmo Segundo Rincón.

Finalmente, llegó el Imglae, presidido por Gustavo Miquilena, con su set de gaitas zulianas tan perfecto y bien interpretado que el secretario de Cultura los invitó a participar en la próxima Feria de la Chinita en Maracaibo. Este grupo de niños prodigiosos presentó temas como “La Negrita Cumba Cumba”, “El Catire Machete”, entre otros.

Instituto Municipal de la Gaita Luis Antonio Escaray 



El tradicional cumpleaños feliz puso fin a la actividad pero al mismo tiempo marca el inicio de una nueva etapa llena de esperanzas para los colectivos, que esperan tener acceso a su Casa, por encima de las iglesias, los políticos, las academias de modelaje, los concursos de belleza, entre otras actividades comerciales que en los últimos años desplazaron a los cultores.

Las promesas de total apoyo a la cultura por parte de las autoridades presentes llenan de optimismo al golpeado sector de los creadores, quienes esperan poder conocer y ser partícipes de una buena gestión que dignifique a los cultores, y sobre todo que esto no sea otro decepcionante deyavú.

Danzas Brisas del Zulia

Danzas de la Casa de la Cultura

Banda escuela Nuestta Señora de Chiquinquirá 

Ana Tilia Segovia 





Alexander Olivares, el titiritero mayor de Lagunillas

Lagunillas, agosto de 2025.-

En los rincones más luminosos de la memoria cultural de Lagunillas, se alza la figura entrañable de Alexander Olivares, titiritero, maestro, creador de sueños con papel maché, lana, tela y pintura. A principios de los años 80, cuando el arte local apenas tejía sus primeros pasos, Alexander emergió como un mago de guantes y bocas móviles, fabricando títeres con alma y enseñando a darles vida con respeto, alegría y pasión.


Durante más de 30 años, fue el titiritero mayor del municipio Lagunillas, el guía que con manos pacientes moldeó a generaciones de artistas. Con su grupo “Risas de Colores”, llevó fantasía a escuelas, plazas y teatros. En la Casa de la Cultura Don Otilio Miquilena, sembró vocaciones y fabricó personajes que aún habitan la memoria de quienes los vieron danzar.

Maestro del papel maché y los títeres de guante, sus creaciones parecían respirar: sus cabecitas pulidas brillaban con un acabado impecable, y sus títeres bocones –tipo muppets– eran capaces de gesticular con tal naturalidad que el público los confundía con seres reales. 


Cada obra suya era un hechizo: “El Burrito Encantado”, “La Princesa Ojeda”, “Miguel Vicente Pata Caliente”, “Malo Maloso Comeflores”… piezas donde la ternura y el ingenio iban de la mano.

Más que un artista, fue un formador incansable, impartiendo talleres a niños, docentes y jóvenes soñadores que hoy continúan su legado. Todo grupo de títeres en Lagunillas guarda un hilo invisible que lleva hasta sus enseñanzas.


Alexander Olivares falleció el 2 de agosto de 2013, pero su arte sigue palpitando en cada función infantil, en cada marioneta que se alza para contar una historia, en cada risa que estalla desde el asombro.

Porque cuando los grandes del arte parten, se vuelven eternos en las manos de quienes los aprendieron a amar.



FOTOGRAFÍAS CORTESÍA DE MERCEDES BERBESÍ 

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