Naiyelis Garcés, El Regional, 12/11/2009.-“Tenía cuatro años cuando ocurrió el dramático hecho, en ese momento estaba durmiendo, mi mamá fue hasta la pequeña habitación donde estaba con mis hermanos, nos cargó y huimos por el muelle de la Gulf en una pequeña embarcación propiedad de mi padre, que realizó varios viajes para salvar la vida de muchos pobladores, lamentablemente ese suceso acabó con todo, fue una total desgracia”, con este testimonio Heriberto Segundo Arteaga Caridad rememora lo que vivió durante la tragedia catalogada como el suceso de mayor envergadura en la historia del Zulia: el incendio de Lagunillas de Agua.
Hoy 13 de noviembre se cumplen 70 años de aquel momento en el cual el pueblo palafitico, ubicado en las orillas del Lago de Maracaibo, se consumió en llamas arrasando todo lo que consiguió a su paso y donde perdieron la vida más de mil personas entre niños, jóvenes y adultos.
Lagunillas de Agua fue un pueblo que se desarrolló tras la explotación petrolera, albergaba más de 400 casas hechas en madera sobre las aguas del Lago y que inicialmente fueron construidas por los aborígenes Paraujanos, posteriormente con el descubrimiento del pozo Zumaque I, cientos de familias provenientes de otras regiones decidieron instalarse en la zona con la expectativa de mejorar su calidad de vida.
Existen muchas versiones acerca de las causas que provocaron el devastador suceso que quedó grabado en la mente de residentes de la Costa Oriental, la que más cobra fuerza es la explicación que una prostituta llamada Alicia Plaza, conocida como “La Caraqueña”, propietaria del bar Caracas intentó encender una lámpara a combustión de gas para iluminar el negocio y al hacerlo el fuego abrazo las manos de la mujer quien herida lanzó el artefacto por una de las ventanas dando origen a un gran llamarada que se extendió con gran celeridad hasta abrazar en muy poco tiempo todo el grupo de viviendas bordeadas sobre La Planchada (puente existente en el lugar) hacia tierra, así lo revela una investigación realizada por el cronista del municipio, Omar Bracho.
Todo indica que producto de una avería en la tubería del pozo I de la compañía Venezuelan Gulf Oíl instalada en el lugar, el Lago estaba cubierto por un derrame de petróleo, obligando a los mandatarios a prohibir que se encendiera cualquier tipo de combustible, debido a la presencia de gases inflamables que representaba un peligro inminente, esto no fue tomado en cuenta por La Caraqueña durante esa trágica noche.
“ Yo nací en ese pueblo, dedido a mi corta edad no recuerdo muy bien los hechos, pero mi madre nos contaba la explicación de Alicia, es lo que más se rumora, los pobladores de tenían como actividad la pesca, la forma de comercio era a través de la piraguas que venían de la zona sur del lago, con la expansión petrolera se fueron creando bares, donde los extranjeros y trabajadores de la Gulf se entretenían jugando dominós, la zona era muy bonita y atractiva, entonces comentan que producto de la acumulación de gases el pueblo ardió en llamas”, relató el señor Heriberto, uno de los sobrevivientes del dramático hecho.
No obstante, Francisco Chávez, politólogo y profesor de Historia, argumentó que después del acontecimiento se tejieron otras conjeturas sobre los motivos que generaron el incidente como por el ejemplo la versión que todos los pobladores de Lagunillas de Agua, recordaban con mucho temor los regaños y amenazas de un "castigo celestial" que formuló un religioso doctrinario, durante el desborde casi profano, de los feligreses en una marcha de San Benito.
Chávez indicó que otra opinión del incendio habla de la maldición de un sacerdote, quien ante tanta relajación luchó por cuidar las costumbres corrompidas de Lagunillas, usando la violencia el párroco fue obligado a salir de la población, tuvo que rendirse ante la fuerza de quienes lo echaban y con el hábito destrozado por manos profanas lanzó una condenación ¡por el fuego falleceréis, incrédulo!...
Aunque nunca se conocerá con precisión lo que generó la explosión, sin duda alguna las escenas fueron espeluznantes, los gritos de las personas que ardían en llamas se confundían con el maúllo de los lobos, la desesperación por no encontrar una salida para salvarse de la muerte, la poca existencia de botes ocasionó que muchos habitantes se lanzaron al mar contaminado, para salvarse de las devoradoras llamas que duraron cerca de 16 horas desapareciendo con el poblado más antiguo de la COL y nombrando en diversas partes del mundo por su arquitectura, encanto y la tranquilidad que rodeaba la zona.
Amelia Rosa Cuica de Hernández, a sus 90 años, aunque no presenció la tragedia, perdió a dos primos hermanos que cumplían con su horario de trabajo en la empresa petrolera, contó que Lagunillas de Agua era considerada como la ciudad perfecta, visitada por extranjeros que se enamoraban de las jóvenes oriundas de la población y se quedaban a invertir en el lugar
“Lagunillas era muy nombrada en el mundo entero, había mucho dinero en el sitio, la gente venía entusiasmada a conocer y muchos se quedaron allí, lamentablemente dos seres queridos perdieron la vida en ese hecho, no quedó nada, sólo cenizas y la historia de la gente vivió para contarlo”, refirió la señora Amelia.
Sin embargo, esta desdicha marcó el desarrollo de Ciudad Ojeda, que empezó a construirse en el mes de julio de 1937 con el apoyo del Gobierno nacional, ya que los damnificados fueron trasladados a sectores de la entidad impulsando la ejecución de viviendas y mejoras en los servicios públicos.