Lagunillas, diciembre de 2025.-
Es complicado definir la ardentía. Tal vez no exista una manera rigurosa de explicarla. Para tal tarea hay que acudir a la poesía y a uno de sus más destacados exponentes, Andrés Rojas, escritor, pintor, editor, promotor cultural, profesor de matemática y estudioso de la física cuántica.
Nacido en el Morro de Puerto Santo, un pueblo de pescadores en el estado Sucre, pero con más de 40 años sembrado en el corazón petrolero de Venezuela: Cabimas, Lagunillas y Tía Juana. Esa combinación cultural entre la prevalencia del mar profundo y el calor zuliano le han aportado a Andrés la paciencia, creatividad y capacidad de reflexión que plasma en sus obras.
Autor de libros como "Piel de Página", "Manual de Desacuerdos" y "Días que no pasan", Rojas suma ahora una importante victoria a su travesía literaria: el Premio de la XI Bienal Nacional de Literatura Ramón Palomares, mención Poesía, por su obra "Últimas ardentías", cuyo veredicto fue anunciado en noviembre pasado.
El jurado destacó en este compendio poético “la sostenida vitalidad y potencia en cada uno de sus poemas”, una fuerza que no se quiebra y que respira, verso tras verso, como si cada palabra fuera un fragmento de luz recién pescada.
El dictamen lo describió como un tejido elaborado desde la nostalgia y un erotismo sutil, entramado con metalenguaje y prosa original. Una obra que “logra en cada texto un importante manejo semántico al final de cada trabajo”, convirtiéndola en un libro digno del primer lugar en esa “amistosa y luminosa contienda de la palabra como búsqueda, destino y creación”.
No es poca cosa: en un país de poetas, la voz de Rojas se abre paso con la serenidad del mar.
La ardentía de la vida
Andrés mantiene aún las raíces de pescador que dejó en su infancia. De allí viene su obsesión luminosa: la ardentía, ese fenómeno marino que enciende el agua con destellos y despierta a los peces y a los hombres. De esa visión nace buena parte de su poesía. Es un hombre hecho de luz, de sal y de introspección, capaz de hablar de física cuántica y, al mismo tiempo, de la fragilidad humana.
La ardentía mezcla conocimientos ancestrales. Ocurre en el momento en que se conjugan en una especie de conspiración cósmica, la luna, la noche, el sol, las mareas, el clima y las corrientes marinas. Todo esto es percibido por los pescadores, quienes automáticamente se alinean con este milagro natural y ajustan a ella “las rutinas, oficios, diversiones y hasta encuentros amorosos”, explica Rojas en su ensayo “Detrás del Tiempo” (Revista Unermb Perspectivas, 2020)
La ardentía es una rebelión que rompe la linealidad del tiempo y esculpe nuevas formas de vida que “respeta el ritmo de la naturaleza y el universo”, desarrollando “otra consciencia y otra forma más libre del devenir de sus vidas”, continúa el autor.
El multifacético
Andrés Rojas es además dibujante, y logró unir sus dos pasiones —trazo y palabra— a través de caligramas donde la poesía se vuelve imagen y los colores respiran ritmo. Como si esto fuera poco, utiliza sus coloridos caligramas para restaurar libros, dándoles una nueva vida a estos tesoros que pueblan sus habitaciones.
Quienes lo conocen lo describen como un profesor paciente, de humor agudo, conversador elocuente y amigo irremplazable. Un hombre capaz de hacer sencillo lo complejo, de revelar que la ciencia también es un acto poético. Él mismo se define como promotor de “travesuras literarias” y “sistematizador de la habladera de güevonadas”, porque sabe que en la cotidianidad se encuentran obras de arte esperando ser valoradas.
Rojas, con su filosofía relajada, siempre tiene un consejo que dar y un libro para recomendar. “Es un hombre multifacético”, describe su amigo Luis Medina, con quien compartió 34 años de trabajo en las escuelas de Petróleos de Venezuela (PDVSA). “Es un hombre del petróleo que viene del mar, fraguado por las manos de dos grandes mujeres: su abuela y su mamá”, agrega el también docente jubilado, quien encabezó un caluroso homenaje a Andrés, en la panadería Café Madrid, donde suelen reunirse poetas de Cabimas a llevarle la contraria a la rutina.
Sueña con una librería. un pequeño faro donde lectores y creadores puedan encontrarse, intercambiar libros y palabras, conspirar en nombre del arte y la imaginación. Ya está a un paso de hacerlo realidad. Desde su editorial Novilunio impulsa a autores locales, ha organizado ferias, debates y exposiciones, siempre movido por la idea de que la cultura debe ser un acto compartido.
En su andar pausado, Andrés Rojas parece un personaje mítico-lírico, realista y optimista, cuya profundidad discursiva se pierde de vista. Un poeta que no olvida de dónde viene, que sabe hacia dónde va y que ha aprendido a mirar la vida desde ese punto exacto donde la palabra se convierte en descubrimientos, golpes de realidades, caricias y permanencia silenciosa.





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