Ingrid Araujo hizo del teatro un refugio

Lagunillas, octubre de 2025.-



Ingrid Josefina Araujo Marcano es mucho más que una artista, es un ser único que se refugió en el teatro para crear mil vidas y mil personajes. Nacida en Lagunillas, estado Zulia, el 22 de marzo de 1958, lleva más de medio siglo respirando artes escénicas y sembrando vocaciones.

Actriz, dramaturga, poeta y docente, Ingrid Araujo se ha formado con disciplina y pasión en diversas ramas del arte. Egresó en 1982 de la Escuela de Artes Escénicas Inés Laredo; en 1983 de la Escuela de Artes Plásticas Neptalí Rincón; y en 1992 de la Escuela Carlos Parra Bernal. Años después, en 1997, sumó a su trayectoria la licenciatura en Trabajo Social en la Universidad del Zulia, donde también se desempeñó como docente en la Dirección de Cultura.



Durante su carrera formó parte de numerosas agrupaciones teatrales, entre ellas Tablón, Galpón, Neo-Formo, Karla Monti, Fuego, Acción Creativa, Experimental de Imágenes y Fundaescela, donde dejó huellas imborrables. En cada una, Ingrid llevó su particular mezcla de rigor y ternura, de exigencia y libertad creativa.

Autora de varias piezas teatrales, su pluma se distingue por una sensibilidad que combina el lirismo con la crítica social. Obras como "Concierto para ocho actores" y "Réquiem para un diálogo" fueron dirigidas por ella misma bajo el sello del grupo Fuego. En 1997, su obra "Hasta el Sur del Lago de Maracaibo" representó al Zulia en importantes festivales nacionales, y al año siguiente publicó su poemario "Rubros", un conjunto de versos donde se asoma la voz de una mujer que observa el mundo con asombro, ironía y ternura.



En escena, su presencia era magnética. Participó en montajes como "Ana María Campos", "La Zapaterita Prodigiosa", "Arsénico y Encaje", "Aquiles va Nazoa", "La Saga" y "El Pirata Iguanero". Pero su papel más recordado es, quizás, el monólogo "Yo solo tengo que hablar de petróleo", escrito e interpretado por ella misma, una pieza profundamente humana que retrata la vida de los habitantes de Lagunillas, marcada por la bonanza y la ruina del oro negro. También incursionó brevemente en la televisión, donde interpretó a “La Tartufa”, una vecina indiscreta en la serie "El Taxista Maracucho".


De regreso a su tierra, en 1998, asumió la dirección del grupo teatral de la Casa de la Cultura Don Otilio Miquilena. Desde allí formó generaciones de jóvenes artistas como Iralyn Urrutia, Robert Silva y Abel Medina, que aún la recuerdan como su madre teatral. Bajo su dirección cobraron vida obras como "El Príncipe Feliz", "Paz en las Alturas", "El Rompimiento", "Anacleto el avaro" y "Hubo una vez y aún existe".


Durante doce años organizó el Encuentro de Artes Escénicas “El Teatro va a las Comunidades”, llevando el arte a los barrios, a las plazas, a las escuelas, donde la cultura se volvía encuentro, espejo y esperanza.

Ingrid Araujo es una mujer de carácter fuerte y mirada dulce, de verbo encendido y pensamiento libre. Una creadora que rompió moldes, que apostó por el teatro como forma de resistencia y de belleza. En ella conviven la maestra, la artista, la amiga y la soñadora incansable.

Hoy, desde Caracas, sigue siendo esa llama viva que ilumina el camino de quienes descubren en el arte un modo de ser y de sentir. Sus exalumnos la evocan con gratitud; sus colegas, con respeto. Todos coinciden en algo: Ingrid Araujo hizo del teatro una forma de amar y eso la convirtió en un ser inmortal.







El caso del erróneo himno de Lagunillas

Lagunillas, octubre de 2025.-

Foto de 2002.


El himno oficial del municipio Lagunillas, creado por Rafael Rincón González y presentado por primera vez el 20 de abril se 1982, perdió su sentido original desde que surgieron copias erróneas, que se han difundido en libros y documentos gubernamentales.


El profesor Jesús Reyes, director de la Cantoría y el primer músico en interpretar el himno local ante las autoridades, lamenta que no se le haya prestado atención a las alteraciones del símbolo musical. Reyes tiene más de dos décadas alertando sobre esta situación y ahora pide que se establezcan acciones para corregir los errores.


Las discrepancias son mínimas pero constituyen una violación a la ordenanza que decretó su oficialidad, también es un irrespeto a la obra de Rincón González y a la identidad de Lagunillas. 

Publicación del diario La Verdad, del 27 de julio de 2003.


Los errores

La modificación más notoria mostrada en diferentes versiones está en el coro, donde la letra original dice "Lagunillas, cual fénix surgiste", ha sido cambiada por "Ojeda, cual Fénix surgiste".


Algo similar ocurre con la palabra "ara" en la tercera estrofa. Este término se refiere al altar o piedra sagrada donde se ofrecían sacrificios a Dios y es utilizada en el himno para explicar cómo los viajeros sacrifican sus barcos para quedarse en esta tierra. En algunas versiones aparece "aras", aunque esta palabra no tiene plural. 


En esta misma estrofa, también suelen cambiar la frase "este pueblo de Mara", la única referencia indígena en la canción, por "este pueblo del ara", por lo que se altera el sentido del tema.


Otra modificación es la frase "solo Dios nos da fuerza en la idea", de la segunda estrofa, que en algunos textos aparece como "solo Dios da la fuerza en la idea". De nuevo, se trata de cambios mínimos pero imperdonables. 


Además, hay un "que", cambiado a "quien" y la "Y" (i griega) insertada en dos ocasiones, sin explicación. 

Publicación del Catálogo de Patrimonio Cultural (2008) con el himno erróneo.


El origen 

En 2003, el entonces cronista municipal Omar Bracho aseguró que se trataba de "errores de tipeo" en el documento oficial que albergaba su oficina. Esta versión no corregida aun es la que ha causado la difusión de letras incorrectas del himno. 


Algunas de las letras erróneas han llegado a publicarse en libros como la Historia Regional del Zulia y el Catálogo de Patrimonio Cultural de la Nación. Además, abundan las páginas web con letras alteradas y que lamentablemente son las que consultan los estudiantes cuando investigan sobre los símbolos municipales.


Ese mismo año, se le consultó al autor, Rafael Rincón González, sobre esta situación. En un correo electrónico, enviado por su hija, el reconocido músico respondió: "No sé por qué cambiaron la letra... el himno que le hice llegar es el correcto". 


Esperamos que el Concejo Municipal permita la investigación, promueva un debate o instale una mesa de trabajo para que se plantee este caso y se realicen las correcciones pertinentes. Asimismo, es imprescindible diseñar una campaña de difusión y formación, especialmente en escuelas y medios de comunicación, para que el himno municipal correcto sea conocido por sus ciudadanos.


Opinión impopular

El himno del municipio Lagunillas no es del agrado de los cultores que defienden la identidad histórica indigenista ancestral, debido a que esta letra fue promovida por los empresarios extranjeros residenciados en Ciudad Ojeda


Es por esto que el himno casi no tiene referencias indígenas (salvo la mención al indio Mara) pero si se menciona al conquistador español Alonso de Ojeda a quien se califica de "romántico nauta", a pesar de sus crímenes. 


El himno está dedicado a la ciudad, más aún en sus versiones no oficiales, lo que resulta en la invisibilización de las parroquias rurales del municipio. De hecho no se mencionan a los campesinos.


Además, la inclusión de elementos de mitología europea como el "olímpico ancestro", explican que es un himno dedicado a los inmigrantes italianos, españoles y portugueses, en lugar de homenajear sinceramente a los habitantes autóctonos. El ave fénix se usa para dar a entender que el municipio nace a partir del incendio de Lagunillas borrando la historia antigua. Y la estirpe templada con fuego refuerza esa idea con un toque de racismo.


Aun así, el himno debe ser respetado, porque por sobre todas las cosas, debe prevalecer el cumplimiento de las leyes.



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Sol Linares desnuda las apariencias con "Un vestido para Rilke"

Lagunillas, octubre de 2025.-



La escritora trujillana Sol Linares estremece a sus lectores con un relato íntimo y liberador, "Un vestido para Rilke" (Perrodormido Ediciones, 2025), una de esas "historias de las que nadie habla, de las que nadie perdona". 

Se trata del décimo libro de una autora que, aunque insiste en definirse como narradora y no como poeta, escribe con notorio lirismo envuelto en situaciones cotidianas, que se mezcla con una vasta cultura general demostrada en referencias a películas, canciones, pensadores, ideologías y geografías, de modo que el lector puede identificarse o aprender algo nuevo. 


El menú de hoy: una boda y un divorcio

En "Un vestido para Rilke" nos encontramos con Loreta D’Maggio, una mujer de alta sociedad que parece tenerlo todo: una vida cómoda, dos hijos adultos y un matrimonio sólido con Renzo, un cardiólogo atractivo, inteligente, envidiable. Sin embargo, tras la fachada perfecta se oculta un secreto: su esposo es gay y, tras 23 años de matrimonio, Loreta supone que está a punto de confesarlo.


"La intuición es la inteligencia silenciosa que agrupa los hechos antes de que aparezcan las pruebas".


Desde esa espera cargada de nerviosismo, la narración abre múltiples líneas temporales: los recuerdos de la infancia bajo la estricta pero amorosa crianza de su madre, la adolescencia enamorada de Renzo, la rutina monótona de un matrimonio construido sobre apariencias y los últimos años en que su vida comenzó a tambalearse. 

Aparece también un tercer hilo: un misterioso hombre que parece conocerla demasiado bien y con quien entabla una amistad telefónica que oscila entre el desahogo y la complicidad.


¿Por qué un vestido para Rilke? 

El título es una referencia al poeta checo Rainer Maria Rilke, nacido en Praga en 1875. "La madre de Rilke lo vistió con ropa de niña, durante sus primeros años. No pudo soportar la pérdida de su primera hija, Sophie, y se volvió una madre oscura", relata la autora en la voz de Loreta, protagonista de esta historia. 

"Es de esos datos aislados e insignificantes que se duermen en la memoria hasta que un día despiertan, se mezclan con la realidad y aportan un sentido inesperado". 


El drama de la lisiada Loreta

Linares, con aguda sensibilidad, explora la intimidad femenina en un contexto marcado por el peso de las convenciones sociales. Loreta, como tantas mujeres, fue educada para ser madre abnegada, ama de casa obediente y esposa discreta, capaz de callar un doloroso secreto en nombre de la estabilidad familiar. 


"De no ser por su marido infiel jamás habría notado lo sola que estaba... concentrada en levantar una fortaleza al rededor de su soledad".


En el recorrido descubre que no es la única: hay otras mujeres que también comparten a sus maridos con otros hombres, que enfrentan la misma doble vida y que han aprendido a sobrevivir sin perder la capacidad de soñar.

El libro desnuda esa realidad poco nombrada, la de las esposas en el closet con sus maridos, y lo hace sin morbo ni juicio, sino con ternura, dramatismo y la inevitable dosis de cinismo que da la experiencia. Con escenas devastadoras y momentos liberadores, la autora muestra cómo los secretos desgastan las relaciones, cómo la depresión erosiona la vitalidad y cómo la soledad puede doler incluso rodeada de seres queridos.


"No sé qué me ha puesto tan triste, creo que el sentimiento de pequeñez e insignificancia que solo se siente ante la inmensidad del mar, de un cielo estrellado y la incertidumbre humana".


El estilo de Linares, siempre hábil en el retrato de emociones, construye una atmósfera íntima donde el lector se mueve entre la risa nerviosa y la compasión. La novela se convierte en espejo y en refugio: quienes atraviesen situaciones similares se reconocerán en Loreta, y quienes no, encontrarán una ventana hacia una verdad incómoda y más frecuente de lo que pensamos.


Soltar para vivir

Soltar los amarres, abrazar la madurez adquirida y escribir una nueva historia en libertad es la lección última que la narración propone. Nos interpela: "¿Por qué la gente prefiere degollar antes de tomar una resolución? ¿Por qué nos cuesta tanto ceder a la idea de renunciar?"

Porque "Un vestido para Rilke" no solo habla de la infidelidad y del secreto, sino del valor de las emociones por encima de las apariencias. Nos enseña a reconocer "las tragedias que dibujan el techo hasta donde un amor puede crecer".

Un libro pequeño pero intenso que nos hace pensar sobre el rumbo de nuestras vidas, el peso de los secretos, la importancia de la amistad, la distancia emocional, el peligro impulsivo que lleva a una mujer a arriesgar su vida o cortarse el cabello, a descubrir que las putas buscan su príncipe azul en las esquinas y a suponer a qué huelen los testículos de un monje budista.

Con este libro, Sol Linares confirma su lugar como una de las voces narrativas más sólidas de la literatura venezolana contemporánea, capaz de entretejer drama, poesía y reflexión en una historia profundamente humana.

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