Ingrid Araujo hizo del teatro un refugio

Lagunillas, octubre de 2025.-



Ingrid Josefina Araujo Marcano es mucho más que una artista, es un ser único que se refugió en el teatro para crear mil vidas y mil personajes. Nacida en Lagunillas, estado Zulia, el 22 de marzo de 1958, lleva más de medio siglo respirando artes escénicas y sembrando vocaciones.

Actriz, dramaturga, poeta y docente, Ingrid Araujo se ha formado con disciplina y pasión en diversas ramas del arte. Egresó en 1982 de la Escuela de Artes Escénicas Inés Laredo; en 1983 de la Escuela de Artes Plásticas Neptalí Rincón; y en 1992 de la Escuela Carlos Parra Bernal. Años después, en 1997, sumó a su trayectoria la licenciatura en Trabajo Social en la Universidad del Zulia, donde también se desempeñó como docente en la Dirección de Cultura.



Durante su carrera formó parte de numerosas agrupaciones teatrales, entre ellas Tablón, Galpón, Neo-Formo, Karla Monti, Fuego, Acción Creativa, Experimental de Imágenes y Fundaescela, donde dejó huellas imborrables. En cada una, Ingrid llevó su particular mezcla de rigor y ternura, de exigencia y libertad creativa.

Autora de varias piezas teatrales, su pluma se distingue por una sensibilidad que combina el lirismo con la crítica social. Obras como "Concierto para ocho actores" y "Réquiem para un diálogo" fueron dirigidas por ella misma bajo el sello del grupo Fuego. En 1997, su obra "Hasta el Sur del Lago de Maracaibo" representó al Zulia en importantes festivales nacionales, y al año siguiente publicó su poemario "Rubros", un conjunto de versos donde se asoma la voz de una mujer que observa el mundo con asombro, ironía y ternura.



En escena, su presencia era magnética. Participó en montajes como "Ana María Campos", "La Zapaterita Prodigiosa", "Arsénico y Encaje", "Aquiles va Nazoa", "La Saga" y "El Pirata Iguanero". Pero su papel más recordado es, quizás, el monólogo "Yo solo tengo que hablar de petróleo", escrito e interpretado por ella misma, una pieza profundamente humana que retrata la vida de los habitantes de Lagunillas, marcada por la bonanza y la ruina del oro negro. También incursionó brevemente en la televisión, donde interpretó a “La Tartufa”, una vecina indiscreta en la serie "El Taxista Maracucho".


De regreso a su tierra, en 1998, asumió la dirección del grupo teatral de la Casa de la Cultura Don Otilio Miquilena. Desde allí formó generaciones de jóvenes artistas como Iralyn Urrutia, Robert Silva y Abel Medina, que aún la recuerdan como su madre teatral. Bajo su dirección cobraron vida obras como "El Príncipe Feliz", "Paz en las Alturas", "El Rompimiento", "Anacleto el avaro" y "Hubo una vez y aún existe".


Durante doce años organizó el Encuentro de Artes Escénicas “El Teatro va a las Comunidades”, llevando el arte a los barrios, a las plazas, a las escuelas, donde la cultura se volvía encuentro, espejo y esperanza.

Ingrid Araujo es una mujer de carácter fuerte y mirada dulce, de verbo encendido y pensamiento libre. Una creadora que rompió moldes, que apostó por el teatro como forma de resistencia y de belleza. En ella conviven la maestra, la artista, la amiga y la soñadora incansable.

Hoy, desde Caracas, sigue siendo esa llama viva que ilumina el camino de quienes descubren en el arte un modo de ser y de sentir. Sus exalumnos la evocan con gratitud; sus colegas, con respeto. Todos coinciden en algo: Ingrid Araujo hizo del teatro una forma de amar y eso la convirtió en un ser inmortal.







El caso del erróneo himno de Lagunillas

Lagunillas, octubre de 2025.-

Foto de 2002.


El himno oficial del municipio Lagunillas, creado por Rafael Rincón González y presentado por primera vez el 20 de abril se 1982, perdió su sentido original desde que surgieron copias erróneas, que se han difundido en libros y documentos gubernamentales.


El profesor Jesús Reyes, director de la Cantoría y el primer músico en interpretar el himno local ante las autoridades, lamenta que no se le haya prestado atención a las alteraciones del símbolo musical. Reyes tiene más de dos décadas alertando sobre esta situación y ahora pide que se establezcan acciones para corregir los errores.


Las discrepancias son mínimas pero constituyen una violación a la ordenanza que decretó su oficialidad, también es un irrespeto a la obra de Rincón González y a la identidad de Lagunillas. 

Publicación del diario La Verdad, del 27 de julio de 2003.


Los errores

La modificación más notoria mostrada en diferentes versiones está en el coro, donde la letra original dice "Lagunillas, cual fénix surgiste", ha sido cambiada por "Ojeda, cual Fénix surgiste".


Algo similar ocurre con la palabra "ara" en la tercera estrofa. Este término se refiere al altar o piedra sagrada donde se ofrecían sacrificios a Dios y es utilizada en el himno para explicar cómo los viajeros sacrifican sus barcos para quedarse en esta tierra. En algunas versiones aparece "aras", aunque esta palabra no tiene plural. 


En esta misma estrofa, también suelen cambiar la frase "este pueblo de Mara", la única referencia indígena en la canción, por "este pueblo del ara", por lo que se altera el sentido del tema.


Otra modificación es la frase "solo Dios nos da fuerza en la idea", de la segunda estrofa, que en algunos textos aparece como "solo Dios da la fuerza en la idea". De nuevo, se trata de cambios mínimos pero imperdonables. 


Además, hay un "que", cambiado a "quien" y la "Y" (i griega) insertada en dos ocasiones, sin explicación. 

Publicación del Catálogo de Patrimonio Cultural (2008) con el himno erróneo.


El origen 

En 2003, el entonces cronista municipal Omar Bracho aseguró que se trataba de "errores de tipeo" en el documento oficial que albergaba su oficina. Esta versión no corregida aun es la que ha causado la difusión de letras incorrectas del himno. 


Algunas de las letras erróneas han llegado a publicarse en libros como la Historia Regional del Zulia y el Catálogo de Patrimonio Cultural de la Nación. Además, abundan las páginas web con letras alteradas y que lamentablemente son las que consultan los estudiantes cuando investigan sobre los símbolos municipales.


Ese mismo año, se le consultó al autor, Rafael Rincón González, sobre esta situación. En un correo electrónico, enviado por su hija, el reconocido músico respondió: "No sé por qué cambiaron la letra... el himno que le hice llegar es el correcto". 


Esperamos que el Concejo Municipal permita la investigación, promueva un debate o instale una mesa de trabajo para que se plantee este caso y se realicen las correcciones pertinentes. Asimismo, es imprescindible diseñar una campaña de difusión y formación, especialmente en escuelas y medios de comunicación, para que el himno municipal correcto sea conocido por sus ciudadanos.


Opinión impopular

El himno del municipio Lagunillas no es del agrado de los cultores que defienden la identidad histórica indigenista ancestral, debido a que esta letra fue promovida por los empresarios extranjeros residenciados en Ciudad Ojeda


Es por esto que el himno casi no tiene referencias indígenas (salvo la mención al indio Mara) pero si se menciona al conquistador español Alonso de Ojeda a quien se califica de "romántico nauta", a pesar de sus crímenes. 


El himno está dedicado a la ciudad, más aún en sus versiones no oficiales, lo que resulta en la invisibilización de las parroquias rurales del municipio. De hecho no se mencionan a los campesinos.


Además, la inclusión de elementos de mitología europea como el "olímpico ancestro", explican que es un himno dedicado a los inmigrantes italianos, españoles y portugueses, en lugar de homenajear sinceramente a los habitantes autóctonos. El ave fénix se usa para dar a entender que el municipio nace a partir del incendio de Lagunillas borrando la historia antigua. Y la estirpe templada con fuego refuerza esa idea con un toque de racismo.


Aun así, el himno debe ser respetado, porque por sobre todas las cosas, debe prevalecer el cumplimiento de las leyes.



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Sol Linares desnuda las apariencias con "Un vestido para Rilke"

Lagunillas, octubre de 2025.-



La escritora trujillana Sol Linares estremece a sus lectores con un relato íntimo y liberador, "Un vestido para Rilke" (Perrodormido Ediciones, 2025), una de esas "historias de las que nadie habla, de las que nadie perdona". 

Se trata del décimo libro de una autora que, aunque insiste en definirse como narradora y no como poeta, escribe con notorio lirismo envuelto en situaciones cotidianas, que se mezcla con una vasta cultura general demostrada en referencias a películas, canciones, pensadores, ideologías y geografías, de modo que el lector puede identificarse o aprender algo nuevo. 


El menú de hoy: una boda y un divorcio

En "Un vestido para Rilke" nos encontramos con Loreta D’Maggio, una mujer de alta sociedad que parece tenerlo todo: una vida cómoda, dos hijos adultos y un matrimonio sólido con Renzo, un cardiólogo atractivo, inteligente, envidiable. Sin embargo, tras la fachada perfecta se oculta un secreto: su esposo es gay y, tras 23 años de matrimonio, Loreta supone que está a punto de confesarlo.


"La intuición es la inteligencia silenciosa que agrupa los hechos antes de que aparezcan las pruebas".


Desde esa espera cargada de nerviosismo, la narración abre múltiples líneas temporales: los recuerdos de la infancia bajo la estricta pero amorosa crianza de su madre, la adolescencia enamorada de Renzo, la rutina monótona de un matrimonio construido sobre apariencias y los últimos años en que su vida comenzó a tambalearse. 

Aparece también un tercer hilo: un misterioso hombre que parece conocerla demasiado bien y con quien entabla una amistad telefónica que oscila entre el desahogo y la complicidad.


¿Por qué un vestido para Rilke? 

El título es una referencia al poeta checo Rainer Maria Rilke, nacido en Praga en 1875. "La madre de Rilke lo vistió con ropa de niña, durante sus primeros años. No pudo soportar la pérdida de su primera hija, Sophie, y se volvió una madre oscura", relata la autora en la voz de Loreta, protagonista de esta historia. 

"Es de esos datos aislados e insignificantes que se duermen en la memoria hasta que un día despiertan, se mezclan con la realidad y aportan un sentido inesperado". 


El drama de la lisiada Loreta

Linares, con aguda sensibilidad, explora la intimidad femenina en un contexto marcado por el peso de las convenciones sociales. Loreta, como tantas mujeres, fue educada para ser madre abnegada, ama de casa obediente y esposa discreta, capaz de callar un doloroso secreto en nombre de la estabilidad familiar. 


"De no ser por su marido infiel jamás habría notado lo sola que estaba... concentrada en levantar una fortaleza al rededor de su soledad".


En el recorrido descubre que no es la única: hay otras mujeres que también comparten a sus maridos con otros hombres, que enfrentan la misma doble vida y que han aprendido a sobrevivir sin perder la capacidad de soñar.

El libro desnuda esa realidad poco nombrada, la de las esposas en el closet con sus maridos, y lo hace sin morbo ni juicio, sino con ternura, dramatismo y la inevitable dosis de cinismo que da la experiencia. Con escenas devastadoras y momentos liberadores, la autora muestra cómo los secretos desgastan las relaciones, cómo la depresión erosiona la vitalidad y cómo la soledad puede doler incluso rodeada de seres queridos.


"No sé qué me ha puesto tan triste, creo que el sentimiento de pequeñez e insignificancia que solo se siente ante la inmensidad del mar, de un cielo estrellado y la incertidumbre humana".


El estilo de Linares, siempre hábil en el retrato de emociones, construye una atmósfera íntima donde el lector se mueve entre la risa nerviosa y la compasión. La novela se convierte en espejo y en refugio: quienes atraviesen situaciones similares se reconocerán en Loreta, y quienes no, encontrarán una ventana hacia una verdad incómoda y más frecuente de lo que pensamos.


Soltar para vivir

Soltar los amarres, abrazar la madurez adquirida y escribir una nueva historia en libertad es la lección última que la narración propone. Nos interpela: "¿Por qué la gente prefiere degollar antes de tomar una resolución? ¿Por qué nos cuesta tanto ceder a la idea de renunciar?"

Porque "Un vestido para Rilke" no solo habla de la infidelidad y del secreto, sino del valor de las emociones por encima de las apariencias. Nos enseña a reconocer "las tragedias que dibujan el techo hasta donde un amor puede crecer".

Un libro pequeño pero intenso que nos hace pensar sobre el rumbo de nuestras vidas, el peso de los secretos, la importancia de la amistad, la distancia emocional, el peligro impulsivo que lleva a una mujer a arriesgar su vida o cortarse el cabello, a descubrir que las putas buscan su príncipe azul en las esquinas y a suponer a qué huelen los testículos de un monje budista.

Con este libro, Sol Linares confirma su lugar como una de las voces narrativas más sólidas de la literatura venezolana contemporánea, capaz de entretejer drama, poesía y reflexión en una historia profundamente humana.

Asisclo Ramón Soto: una historia que resuena en el arpa

Lagunillas, septiembre de 2025.-

Los acordes del arpa, del cuatro o de la guitarra se confunden con la voz pausada, pero firme, de Asisclo Ramón Soto, un hombre que a sus 76 años conserva intacta la pasión por la música. Nació en Los Puertos de Altagracia, pero desde hace más de medio siglo su vida está entrelazada con el municipio Lagunillas, tierra que lo acogió y donde ha forjado una huella imborrable como cultor popular.



Heredó la vena musical de su madre, Ángela Adela Chacín, decimista de reconocida tradición, y de su padre, Miguel Antonio Soto, también músico, cuyo ejemplo de constancia y disciplina lo marcó desde niño. A los siete años ya hacía sonar las primeras notas en el cuatro, guiado por su hermano Luis Guillermo Chacín, aunque este dudaba en enseñarle por temor a que la bohemia lo desviara. Con “Río Manzanares” y “El Pájaro Chogüí” comenzó una carrera que nunca se detuvo.


Su talento lo llevó a tocar con Los Panchos en Radio Cabimas y a presentarse en Ondas del Lago Televisión en Maracaibo, con apenas diez años, arrancando aplausos y el reconocimiento de figuras como Gilberto Correa y Oscar García G. Luego vinieron la guitarra y la mandolina, pero sería el arpa el instrumento con el cual alcanzó mayor virtuosismo. Aprendió de manera autodidacta, observando y practicando al amanecer con “El Pájaro Campana”, aun cuando su familia reclamaba las madrugadas de constantes ensayos.



Su carrera lo puso frente a artistas de renombre, como Julio Jaramillo, con quien compartió escenario de manera fortuita en la estación de servicios El Parador y luego en Tasajeras. Es parte de la historia de la gaita al ser uno de los primeros cuatristas del Gran Coquivacoa, además de formar parte de agrupaciones como Los González, el Conjunto del Padre Vílchez, Barrio Obrero de Cabimas, la Gabarra Gaitera de Halliburton y el grupo Impacto. También dirigió la agrupación musical de la Policía Municipal de Lagunillas.


Entre sus recuerdos brillan serenatas juveniles con guitarra en mano, un concursos de cuatro donde sorprendía al público tocando al revés o a espaldas, y noches memorables como la de Isla de Toas, al lado de Víctor Alvarado, cuando el aplauso fue un abrazo eterno.



Pero Soto no se ha limitado a interpretar: también ha sido maestro generoso. Con paciencia, ha formado a decenas de jóvenes que hoy integran agrupaciones gaiteras o cristianas dentro y fuera del país. No dudaba en regalar alguno de sus cuatros a estudiantes sin recursos, convencido de que la música debía continuar sonando. “Muchos de los muchachos que gradué hoy son músicos profesionales”, comenta con orgullo.


Actualmente, dirige dos agrupaciones: Sentimiento Criollo y Estampas de América, que animan fiestas, actos culturales y celebraciones con el repertorio más amplio de ritmos venezolanos y latinoamericanos. Ha versionado en el arpa desde boleros hasta rancheras, desde guarachas hasta vallenatos, además de componer temas propios por encargo de quienes buscan su sello.



Su vida es un caleidoscopio: ha sido marino mercante, carpintero, herrero, trabajador petrolero y artesano. En su hogar, rodeado de creaciones hechas con madera, taparas y cartón, también repara instrumentos con una destreza comparable a la de los grandes luthiers.


Hombre sencillo, amable y humilde, Asisclo Ramón Soto es memoria viva de la música popular y un patrimonio cultural de Venezuela. A pesar de los años y de los pasos pausados, su espíritu sigue danzando al ritmo de las cuerdas. “Todo lo que sé es porque Dios me dio el don de la música”, dice. Y al escucharlo, queda claro que su vida entera ha sido un canto, una oración hecha melodía, un arpa que aún vibra con la historia de un pueblo.










“Tano” Reyes, un maestro que convirtió a Lagunillas en un pentagrama

Lagunillas, septiembre de 2025.- 



Entre las generaciones recientes de músicos formados en Lagunillas, resuena un nombre que está estampado en los corazones, Jesús "Tano" Reyes, el maestro de cuatro y guitarra, e incansable formador de grupos corales.


Nacido en Punto Fijo el 12 de febrero de 1961, pero con el corazón sembrado desde niño en Lagunillas, estado Zulia, Tano ha dedicado su vida a un arte tan vital y profundo como el latido: la música. Desde muy pequeño, el cuatro y la guitarra se volvieron sus compañeros inseparables, esos instrumentos que lo guiaron a descubrir que enseñar también es un arte.

Cientos de reconocimientos tapizan las
paredes del aula de clases de Tano Reyes


Durante más de cuatro décadas, Tano ha sido docente paciente, franco y meticuloso. Con él aprendieron miles de estudiantes a pulsar las cuerdas del cuatro, deslizar los dedos por la guitarra o descubrir los secretos del piano. Su método, forjado en la experiencia y la vocación, se basa en aceptar que cada persona guarda un talento que merece ser revelado. “Todos tenemos un talento, siempre es necesario descubrir el de cada quien”, repite con convicción.


Su formación estuvo marcada por maestros entrañables como Pedro Elías Bautista, Denis Caparunaqui, Rafael Suárez y Antonio Piñá, quien le enseñó el amor por el cuatro. Desde sus días en el Conservatorio de Música de Maracaibo, donde obtuvo el título de maestro, hasta sus primeros pasos como profesor universitario recomendado por Fernando Camacaro a los 17 años, Tano nunca se apartó de su vocación: enseñar.



El gran escenario de su vida profesional fue la Casa de la Cultura “Don Otilio Miquilena” de Lagunillas, donde trabajó durante 35 años como docente de música de la Secretaría de Cultura del Zulia. Allí, y en decenas de planteles —desde preescolar hasta universidades— formó generaciones enteras de músicos. Antonio Piña, Miguel Acosta Saignes, Domingo Savio, San Agustín, María Auxiliadora, Raúl Cuenca, Uniojeda o la Unermb son apenas algunos de los lugares que guardan su huella.


No solo enseñó a individuos, también creó comunidades sonoras: coros, orfeones, agrupaciones escolares, siempre convencido de que la música debía ser un regalo compartido. Su coral, La Cantoría de Lagunillas, es un regalo para la ciudad y uno de sus proyectos más queridos, una escuela de canto que nació para estar cerca de la gente y demostrar que cantar es un acto colectivo de belleza y disciplina.

Tano Reyes dirigiendo La Cantoría
 (Foto cortesía de Manuel Arends)


Muchos de sus alumnos hoy son compositores, productores, docentes o intérpretes reconocidos. Nombres como Gina Berríos, Raúl Jiménez, Anairis González o Anyer Ternera forman parte de una lista interminable que se multiplica en agrupaciones de gaitas, guarachas y coros. “Me siento bendecido, miro hacia atrás y veo que no trabajé en vano”, afirma con la serenidad de quien ha cumplido con creces su misión de vida.


Tano sigue enseñando en un aula construida en su propia casa, donde el sonido de las cuerdas se mezcla con los cantos de sus estudiantes. Allí, lejos de los trámites y las ataduras, mantiene viva su meta: formar a nuevas generaciones con humildad y amor. Mientras tanto, sueña con la creación de una Escuela Municipal de Música, que brinde educación formal e.integral para niños y jóvenes del municipios.

Ensayo de La Cantoría
 (Foto cortesía de Manuel Arends)

Convencido de que la música es un refugio que ninguna tecnología podrá arrebatar, defiende al cuatro venezolano como el instrumento ideal: versátil, armónico y cercano a la esencia de su pueblo. Entre acordes y sonrisas, asegura que la música es inevitable: “No hay ser humano que pueda escapar de ella, este arte trastoca a las personas, afecta sus vidas”.


Jesús “Tano” Reyes es más que un profesor: es sembrador de melodías, guardián del cuatro y arquitecto de sueños musicales. Su vida es la prueba de que Lagunillas no solo produce petróleo, también produce arte y canciones que seguirán sonando mientras existan maestros que, como él, crean en el poder transformador de la música.

Casa de la Cultura rinde homenaje a la comunidad margariteña

Lagunillas, septiembre de 2024.-

El pasado viernes 12 de septiembre, la Casa de la Cultura “Don Otilio Miquilena” se llenó de música, danzas y tradición en un homenaje a la comunidad margariteña que vive en Lagunillas, en el marco de las festividades de la Virgen del Valle, patrona del oriente venezolano.


El acto estuvo encabezado por el director de la institución, Nectario Sánchez, y reunió a cultores, vecinos y artistas en un encuentro que recordó la diversidad cultural que habita en esta tierra de la Costa Oriental del Lago.


El momento más emotivo fue la presentación de los Hermanos Bermúdez, patrimonio cultural de Lagunillas, quienes ofrecieron un repertorio de temas orientales dedicados tanto a la Virgen como al pueblo que les dio refugio a sus padres. Fundado en 1972 por Agustín Bermúdez (padre), este grupo ha recorrido los caminos de la música tradicional venezolana, desde el polo margariteño, la fulía, el joropo y la décima, hasta abrazar también la gaita zuliana.



La jornada inició con el baile del Carite, divertida estampa oriental que honra a los pescadores de Nueva Esparta, y continuó con presentaciones de la Academia Arts&Dance Productions y el grupo de la Misión Viva Venezuela, que dieron colorido al escenario con bailes típicos.


Más allá de la fiesta, la actividad recordó que Lagunillas no solo es petróleo e industria: es un crisol de culturas que llegaron desde distintos rincones del país y del mundo. La Casa de la Cultura lo celebra y lo reconoce como parte de la identidad local, donde cada tradición suma y florece en comunidad.







¿Qué es Los Arangues?

Septiembre de 2025.-



Cada septiembre, desde 1979, el pequeño pueblo de Los Arangues se transforma en uno de los mayores altares de la cultura popular venezolana. El Movimiento Cultural y Campesino Los Arangues celebra su aniversario con un encuentro que reúne a cientos de artistas, artesanos, indígenas y líderes sociales de todo el país.


Durante cuatro noches, los tambores retumban en todas sus formas conocidas, acompañados por danzas, teatro, artes circenses y cantos que viajan de región en región. En el día, la fiesta se multiplica en talleres, charlas, presentaciones de libros y actividades en las comunidades. Una feria artesanal y gastronómica despliega los sabores y colores de la tierra.



Lo más valioso, sin embargo, es la convivencia: los visitantes duermen en casas de vecinos, comparten labores cotidianas, recorren sitios arqueológicos, participan en rituales indígenas. Entre el calor intenso del día y el frío de la madrugada, florece la certeza: quien llega a Los Arangues siempre quiere volver.

Este año, en representación del municipio Lagunillas participaron: Juventud Teatral, El Zaguán, Centro Cultural y Deportivo Las Morochas (Cecudelmo) y las Danzas Ezequiel Quintero.

A continuación fragmentos de la historia del pueblo, redactada por sus habitantes:

La Comunidad Los Arangues está ubicada en el estado Lara, Municipio G/D Pedro León Torres, parroquia Trinidad Samuel. Limita al Norte con el Cerro Piedras de Agua, el Caserío Sabana Grande y la Carretera Panamericana; al Sur con Cerro La Quinta; al Este con el Cerro Los Algarrobos; al Oeste con La Matora.

Posee una población de tres mil habitantes.




Su vía de acceso desde Carora, tomando la Autopista Lara-Zulia, es a través de la Carretera Panamericana y la Autopista Centro Occidental.

Las viviendas de construcción tradicional son de tipo rural, de adobe y bahareque.

El clima es cálido, tiene precipitaciones esporádicas con mayor frecuencia desde septiembre a diciembre.



La vegetación es de tipo xerófila, la mayoría cardones y tunas, en menor proporción Araguaney y Curarí.

Nace por lo menos hace siete siglos, en el siglo XIII y XIV era conocida como Santo Domingo, también recibe este nombre su pie del cerro, que fue lugar de asentamiento de una gran aldea indígena.

Los indígenas prehispánicos fueron agricultores y excelentes ceramistas, lo demuestra los abundantes restos de cerámica como las de Baragua y el Pie de Monte de la Sierra Barbacoas. Los investigadores del Museo Antropológico de Quibor de la UCV, quienes han realizado excavaciones en la zona, confirman que los indígenas Axaguas fueron los primeros habitantes de esta comunidad.



Se calcula que en el año 1850 inicia su asentamiento con la llegada de campesinas y campesinos dedicados a la agricultura y cría de ganado caprino.

Nuestros antepasados contaron que existía una casa grande en el sitio El Trabuco, donde pernoctaban viajeros para continuar al siguiente día.

Desde el principio el sostenimiento de los habitantes se basó en la agricultura, en este valle las campesinas y los campesinos sembraron cacao y plátano, usaron el trueque, también pequeños sembradíos o conucos.



En el año 1970, Humberto Páez reúne en asamblea a los habitantes para plantearles la necesidad de fundar una Junta Pro Construcción del Acueducto Los Arangues, que beneficie también a Sabana Grande y al Cruce de Arenales, comunidades que carecían por completo del preciado líquido, y sus moradores tenían que buscar agua en lagunas para poder subsistir.

El sueño se convirtió en realidad. Llegó el momento de abrir la llave para llevar el agua a cada una de las casas, y es así como todos los habitantes sin mezquindades lograron unirse en una sola lucha para no cargar agua en la cabeza.

Las vías de comunicación interna del pueblo son de tierra y en general de topografía plana, sólo han logrado el asfaltado desde la entrada de la Carretera Panamericana hasta el puesto de salud.

El Movimiento Cultural Los Arangues tiene su origen desde el año 1979, con la realización del Primer Retorno concentra gran parte de los habitantes del pueblo que durante más de veinte años habían partido hacia nuevos horizontes, por lo que deciden sacarlo del anonimato y buscar públicamente el reconocimiento como pueblo, tarea abordada entre tantas y tantos como Humberto Páez, Domingo Prieto, Miguel "Chicho" Medina, Leonardo Villabona, José Oropeza, Antonio Oropeza, Emilio Escalona, Isiquio Valero, Martín Gordillo, Mario Pérez, Mario Carmona, Lucía Vargas, Juan Urriola, Antonio Escalona.

Surge como "Movimiento", dado el contacto con el grupo Curara de Barquisimeto en el año 1980, asimismo inspirados por Alí Primera y el Grupo Madera de San Agustín.

El Movimiento toma forma en el año 1981 a raíz de una gira a Ciudad Guayana, realizada por cuarenta miembros, entre Los Arangues, Barquisimeto y Carora, compartieron durante diez intensos días una apretada agenda de actividades artísticas, en varios puntos de San Félix, Puerto Ordaz, las Empresas Venalum, Guri y Sidor, quienes vieron y ecucharon los Tambores de San Benito, los Golperitos de Los Arangues, el Dueto Brecha y el Tamunangue Larense.



Luego de cumplir un año, los anfitriones del oriente se trasladan a Los Arangues, invitados por el Movimiento Cultural para celebrar su Primer Aniversario en el año 1982.

Con la creación del Movimiento Cultural Los Arangues, registrado legalmente en el año 1985, escriben una nueva historia del pueblo de Los Arangues.

Para Gerardo "Lalo" Páez, la historia de Los Arangues está dividida en dos etapas: antes y después de la creación del Movimiento Cultural.



Este Movimiento se ha vinculado con múltiples pueblos del estado, del país y del mundo, gracias a la relación constante desde 1982, iniciada con el Plan Sebucán del Ministerio de la Cultura, y desde 1984 con Promoción Cultural Churuata, Asociación Civil creada por agrupaciones del país donde este Movimiento es miembro fundador, cuya finalidad es asesorar y capacitar en promoción sociocultural, impulsar políticas dirigidas al sector cultural, construidas con una metodología de investigación desde el trabajo colectivo y comunitario.

El Movimiento Cultural Los Arangues define estrategias y objetivos hacia el cooperativismo, la artesanía, la promoción y divulgación de los valores, incentivar las actividades tradicionales y preservar el patrimonio arqueológico de la comunidad. Han desarrollado múltiples experiencias culturales, sociales, educativas, productivas y políticas. En Los Arangues han experimentado encuentros con otros pueblos, visitándolos o estos viniendo al caserío, en la búsqueda por la construcción de un mejor futuro.


Con el Movimiento Cultural han surgido en el pueblo lo siguiente:

- Organizaciones de trabajo cultural con niñas, niños y adolescentes.

- Programas estudiantiles y artesanales.

- Talleres de cuero, cerámica, costura

- Arqueología

- Museo comunitario

- Arquitectura tradicional

- Cooperativas 

- Defensa de las tradiciones y reivindicaciones contractuales.

- Proyectos turísticos.

El norte lo define la asamblea del pueblo, los Consejos Comunales y la Comuna.

Fuentes:

-Fragmentos sobre "LOS ARANGUES", Historia Local escrita por las Activadoras y los Activadores del Equipo de Sistematización Los Arangues de la Misión Cultura: Humberto Páez, Miguel Medina, Carmen Perdomo, Cornelia Vargas, Felipe Escalona, Venilde Vivas, Pastor González, Argenis Castillo, Vilma Castillo, Eleazar Hernández, Mannellys Pérez, Carmen Torrealba, María Pérez, Yohan Mendoza, Danielys Pérez.

-TORRES Corazón Adentro. Serie Personajes y Autores Caroreños. Historias Locales escritas por las Activadoras y los Activadores de la Misión Cultura del Municipio Torres. Fondo Editorial Alí Lameda. Alcaldía Bolivariana G/D Pedro León Torres, Carora, Estado Lara, República Bolivariana de Venezuela. Impresión Editorial Horizonte. Barquisimeto. 2011.






Iralyn Urrutia: entre el teatro y la danza, una vida sobre el escenario

Lagunillas, septiembre de 2025.-



Iralyn Urrutia, actriz, bailarina y fundadora de la Academia Arts&Dance Productions, ha hecho de la cultura su destino, convirtiéndose en maestra y guía para las nuevas generaciones de artistas del municipio Lagunillas, estado Zulia.


Su primer contacto con el arte fue en la Casa de la Cultura "Don Otilio.Miquilena", su segundo hogar. Bajo la guía de la profesora Ingrid Araujo, descubrió que el teatro podía ser un universo infinito. Allí interpretó personajes en obras como El Príncipe Feliz, Ana María Campo, El Rompimiento, Paz en las Alturas y Hubo una vez y aún Existe



“Aprendí a ser feliz en las tablas, a imaginar y a disfrutar el personaje”, dice con brillo en los ojos al recordar a su "madre teatral", Ingrid Araujo, quien abrió las puertas al arte con enseñanzas que iban más allá de lo teatral.


En el año 2000, ingresó a la agrupación Experimental de Imágenes, dirigida por Richard Nava. Allí la niña se volvió actriz de verdad, encarnando personajes serios de obras como Remota Mestiza, Mene, Divorciadas, Evangélicas y Vegetarianas, Fotomatón, Las Neuróticas y Las Damas Primero



Nadie podrá olvidar a aquella dulce golondrina herida, a una madre con blatofobia, a la enamorada que huye en helicóptero o tantos otros personajes. Actuaciones que demostraron su amplio rango histriónico que la hacen merecedora del título "La Primerísima".


Pero fue Ramora Parra, en La Confesión, quien le reveló el dolor de las mujeres olvidadas en los campos petroleros. Este personaje la marcó de por vida y le enseñó que la felicidad no llega fácilmente. 



 “Con Richard Nava aprendí que el teatro requiere disciplina, constancia y formación permanente”, explica y agrega: “No es que me guste el teatro, lo amo. La vibra del escenario no se describe con palabras”. 


De la mano de la actuación, llegó la danza. Sus primeros pasos fueron con el grupo Alba Zuliana, bailando joropo, gaitas y malagueñas orientales. Nunca olvida el “Toro Cimarrón”, baile potente que arrancaba aplausos como relámpagos. Desde entonces, danza y teatro se entrelazan en su vida como dos ríos inseparables.



Esa certeza la llevó en 2014 a fundar su academia Arts&Dance Productions, un espacio donde la formación va más allá de la técnica: allí, cada niña aprende disciplina, amor propio y pasión por lo que hace. “Quien baila es cien veces más feliz, tan sencillo como eso”.


El camino no ha sido fácil: ha tenido que empezar de cero varias veces, superar obstáculos y luchar contra la apatía, la burocracia, las dificultades económicas y la incomprensión. Pero nunca se rindió.



En cada ensayo, en cada presentación, en cada sonrisa de sus alumnas encontró la fuerza para seguir. “Deseo verlas realizadas como grandes bailarinas y que en el futuro sean las coreógrafas de mis nietas”, confiesa con ternura.


Ingeniera de profesión, artista por vocación, Iralyn también ha sido zanquista, locutora, modelo y moderadora de eventos. Hoy se desempeña como coordinadora de Danzas en la Casa de la Cultura “Don Otilio Miquilena”, y sigue cultivando la semilla que sembró de niña.



De carácter firme y corazón maternal, puede ser tan dulce como el aplauso de un niño, pero también tan fiera como una leona si siente amenazado su arte o a sus alumnas. Sus ojos hablan tanto como su danza: expresivos, elocuentes, imposibles de olvidar.


En cada paso de baile y en cada personaje, Iralyn Urrutia reafirma que el arte es una forma de vida. Una llama que ilumina a Lagunillas, recordando que mientras haya alguien dispuesto a subir al escenario, los sueños nunca mueren.



















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