Iralyn Urrutia: entre el teatro y la danza, una vida sobre el escenario

Lagunillas, septiembre de 2025.-



Iralyn Urrutia, actriz, bailarina y fundadora de la Academia Arts&Dance Productions, ha hecho de la cultura su destino, convirtiéndose en maestra y guía para las nuevas generaciones de artistas del municipio Lagunillas, estado Zulia.


Su primer contacto con el arte fue en la Casa de la Cultura "Don Otilio.Miquilena", su segundo hogar. Bajo la guía de la profesora Ingrid Araujo, descubrió que el teatro podía ser un universo infinito. Allí interpretó personajes en obras como El Príncipe Feliz, Ana María Campo, El Rompimiento, Paz en las Alturas y Hubo una vez y aún Existe. 



“Aprendí a ser feliz en las tablas, a imaginar y a disfrutar el personaje”, dice con brillo en los ojos al recordar a su "madre teatral", Ingrid Araujo, quien abrió las puertas al arte con enseñanzas que iban más allá de lo teatral.


En el año 2000, ingresó a la agrupación Experimental de Imágenes, dirigida por Richard Nava. Allí la niña se volvió actriz de verdad, encarnando personajes serios de obras como Remota Mestiza, Mene, Divorciadas, Evangélicas y Vegetarianas, Fotomatón, Las Neuróticas y Las Damas Primero. 



Nadie podrá olvidar a aquella dulce golondrina herida, a una madre con blatofobia, a la enamorada que huye en helicóptero o tantos otros personajes. Actuaciones que demostraron su amplio rango histriónico que la hacen merecedora del título "La Primerísima".


Pero fue Ramora Parra, en La Confesión, quien le reveló el dolor de las mujeres olvidadas en los campos petroleros. Este personaje la marcó de por vida y le enseñó que la felicidad no llega fácilmente. 



 “Con Richard Nava aprendí que el teatro requiere disciplina, constancia y formación permanente”, explica y agrega: “No es que me guste el teatro, lo amo. La vibra del escenario no se describe con palabras”. 


De la mano de la actuación, llegó la danza. Sus primeros pasos fueron con el grupo Alba Zuliana, bailando joropo, gaitas y malagueñas orientales. Nunca olvida el “Toro Cimarrón”, baile potente que arrancaba aplausos como relámpagos. Desde entonces, danza y teatro se entrelazan en su vida como dos ríos inseparables.



Esa certeza la llevó en 2014 a fundar su academia Arts&Dance Productions, un espacio donde la formación va más allá de la técnica: allí, cada niña aprende disciplina, amor propio y pasión por lo que hace. “Quien baila es cien veces más feliz, tan sencillo como eso”.


El camino no ha sido fácil: ha tenido que empezar de cero varias veces, superar obstáculos y luchar contra la apatía, la burocracia, las dificultades económicas y la incomprensión. Pero nunca se rindió.



En cada ensayo, en cada presentación, en cada sonrisa de sus alumnas encontró la fuerza para seguir. “Deseo verlas realizadas como grandes bailarinas y que en el futuro sean las coreógrafas de mis nietas”, confiesa con ternura.


Ingeniera de profesión, artista por vocación, Iralyn también ha sido zanquista, locutora, modelo y moderadora de eventos. Hoy se desempeña como coordinadora de Danzas en la Casa de la Cultura “Don Otilio Miquilena”, y sigue cultivando la semilla que sembró de niña.



De carácter firme y corazón maternal, puede ser tan dulce como el aplauso de un niño, pero también tan fiera como una leona si siente amenazado su arte o a sus alumnas. Sus ojos hablan tanto como su danza: expresivos, elocuentes, imposibles de olvidar.


En cada paso de baile y en cada personaje, Iralyn Urrutia reafirma que el arte es una forma de vida. Una llama que ilumina a Lagunillas, recordando que mientras haya alguien dispuesto a subir al escenario, los sueños nunca mueren.



















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