Sara, pecados en sal

Los Cuentos de Vitorino, Marzo de 2006

Sara era una mujer de su casa, amable con su marido, servicial, buena madre, pero cayó en el pecado como todo mortal.

Se podría creer que ella se había ganado el cielo cuando atendió de tan buena manera a unos ángeles que llegaron a su pueblo a cumplir una encomienda del jefe de jefes.

Desde que ellos entraron al pueblo fueron despreciados por todos los habitantes, nadie le dio refugio, ni comida, ni agua. Sara y su esposo los vieron en una plaza y los invitaron a su casa, le sirvieron tortas y guarapos, y les permitieron pernoctar allí.

Por el pueblo se corrió la información, y todos en masa colérica llegaron hasta la casa donde estaban los ángeles. El propósito era matarlos para evitar que cumplieran con su misión, pero la pareja antriona no permitieron que los agresores se acercaran a los ángeles.

“Es cierto, mañana destruiremos el pueblo, por libertino e inmoral. Váyanse temprano y no miren atrás.”

La familia empacó sus posesiones y antes de salir el sol, partieron. Pero a Sara se le hizo difícil dejar a su pecaminoso y oculto pasado. Saliendo del pueblo volteó y fue convertida en sal, el resto de su familia vio el suceso, y en silencioso luto continuaron su camino.

El pueblo fue destruido. Y Lot, el esposo de Sara, se alejó a hacer una nueva vida. Llevo consigo a sus dos hijas, quienes en un ataque de lujuria, emborracharon al padre y se acostaron con él.

Ambas dieron a luz sendos hijos que fueron nietos de su padre, y dieron continuidad a la casta de Lot.

Victoreano Camacaro
Adaptación:
Luis Gerardo Leal

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